jueves, 30 de diciembre de 2010

El internado, la Conferencia, la peste y Minervina de nuevo.



Imagen escaneada de un billete de entrada a una exposición del 2002.



MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
CAPÍTULO VI

El adolescente protagonista, Cipriano Salcedo, es el hilo conductor de una trama de gran fuerza narrativa por la gran cantidad de acontecimientos que se suceden en la narración. Entre otras cosas se nos da cuenta del tercer y último año de estancia en el internado de los niños expósitos. Los problemas de conciencia que le asaltan por su relación amor – odio con su padre. Su toma de conciencia de las injusticias tiene como reflejo el episodio con el Corcel. También está presente la resolución de los conflictos en los lugares cerrados,  como forma de ganarse el respeto de los demás. La peste que se declara en Valladolid pone fin a La Conferencia, reunión de clérigos que divide y enfrenta a todos los ámbitos de la sociedad en erasmistas y anti erasmistas, que en muchos casos ignoraban la existencia de Erasmo de Rotterdam una semana antes. El autor aprovecha el año y medio de peste para que entre las mermas se incluya a su padre, Bernardo Salcedo: apenas unas líneas marcan la transición de protagonismo del padre al hijo, aunque ya en el anterior capítulo había desaparecido. Cipriano sale del internado para descubrir la lectura en la biblioteca de sus tíos, don Ignacio y doña Gabriela. Reaparece Minervina para que la pasión se apodere de ambos. La expulsión de la nodriza al ser descubiertos por la señora pone fin al capítulo y al libro I:  “Los primeros años”.

Por Agosto los expósitos ayudan a los labradores en las faenas de las eras a cambio de unos fardillos de grano que luego venden en el mercado. El Escriba felicita al Mediarroba, a Tito Alba y al Gallofa por haber quedado segundos en la recolecta, tan sólo a un celemín de distancia de los ganadores.

CS visita la capilla del internado durante los recreos siguiendo los consejos del padre Arnaldo. Se siente a gusto en el silencio y recogimiento del templo. No conviene dejar solo al señor en la capilla. Las visitas son deprisa y corriendo al principio, más pensando en los zancos que le aguardan para jugar en el patio que realmente concentrado en las oraciones. Siento cierta  comezón porque sus oraciones consistan primordialmente en peticiones; primero, por su futuro; luego, por Mina y después, por sus colegas de internado. Tanto tenía que pedir que “sus visitas a la capilla comenzaron a durar tanto como los recreos”. Su egoísmo le llevaba a confesarse con el padre Toval todos los sábados. Lo que realmente buscaba era su tranquilidad de conciencia. El confesor le hacía un repaso por los Mandamientos. Al llegar al cuarto: “honrarás a tu padre y a tu madre”, el padre encuentra gravedad en sus sentimientos. A su juicio, un padre merece aprecio por habernos dado la vida. Sin embargo, CS se siente incapaz de amar a alguien que continuamente le vejaba. Lo odia hasta el punto de establecerse en su conciencia una lucha entre el amor que le debe y el odio que en realidad se profesan. Su reconcomio llega al punto de preguntarse: ¿Voy a consumirme en el infierno solamente por odiar a mi padre sin quererlo? A sus escrúpulos de conciencia se añade la injusticia humana, la riqueza mal repartida que el personifica en los tres compañeros que estudian solo porque él mismo lo hace, porque su padre paga por ellos la estancia. A ello se une la humillación del Niño que tiene que acudir a la llamada del Corcel.



La madrugada no tiene corazón. Dímelo en la calle



Una noche, imbuido del espíritu de don Quijote, impide que el Niño acuda a la llamada del Corcel. Éste, que siente el deterioro de su autoridad como un insulto, se mete en la cama del Mediarroba que lo recibe con un rodillazo en sus partes colgantes que le hacen retorcerse y lanzar los quejíos de un perro apaleado. Cuando los dolores le permiten articular palabras, le desafía para el recreo del día siguiente. Son cinco minutos de pelea en los que Delibes despliega sus dotes de narrador de manera admirable. Una página y media que justifican una novela. David contra Goliat. El Mediarroba contra el Corcel al que propina otra paliza, liberando de este modo al Niño de la tiranía, alzándose como macho alfa de la manada. El Corcel, arrinconado a la soledad y desprecio del perdedor. CS intenta disculparse en un paseo de los jueves, pero el Corcel no acepta las disculpas.

Una semana más tarde, Valladolid sufre una invasión de clérigos. La Conferencia reúne en la villa unos mil quinientos tonsurados pertenecientes a todas las jerarquías de la iglesia. El Escriba les encarece que omitan el besamanos mientras dure la Conferencia que viene para alterar la normalidad de la vida ciudadana.





Valladolid no está exento de la división que la figura de Erasmo de Rotterdam había ejercido en el mundo cristiano. Se forman los bandos de los erasmistas y de los anti erasmistas. La división llega al Hospital de Niños Expósitos, tanto en los profesores como en los alumnos, que una semana antes ignoraban la existencia del teólogo holandés y sus ideas. Delibes nos presenta los avances de la Conferencia en dos planos distintos: el propio de los participantes directos y sus consecuencias en el internado. La tensión de las discusiones traspasaba las paredes de los templos e impregnaba la vida de los ciudadanos. Los principales detractores de Erasmo son las órdenes religiosas a las que había atacado en El Enchiridion. Desde los púlpitos inflaman a la plebe que pide la hoguera para la obra de Erasmo.


 
La peste o el triunfo de la muerte. Bruegel el Viejo.

En general los anti erasmistas sostienen que Lutero no habría existido si no hubiera sido por Erasmo. Entre ellos destacan fray Antonio de Guevara, fray Francisco del Castillo y el maestro Margalho que denuncia que Virués está en contacto con Erasmo. Cuando parecía que las discusiones se ladeaban del lado de Erasmo, en contra de Lutero (algo que satisfacía al Papa y al Emperador), aparece la peste. La Conferencia se suspende sine díe. La ciudad se prepara para un largo asedio de enfermedad y muerte. Se organizan para combatirla. Los pudientes escapan a sus casas de campo junto a los ríos. Se pone especial hincapié en la atención médica y alimentación de los pobres pues el hambre facilita el contagio. En un principio aparece el sarampión que actúa como heraldo de la peste. Los colegiales contribuyen de manera abnegada a enterrar los muertos, trasladar enfermos y clausurar las puertas de casas infectadas. CS es uno de los encargados de lanzarles comida desde los tejados. La llegada del frío atenúa los efectos; pero en cuanto templa, la enfermedad se vuelve a cebar sobre todo en los pobres. Los expósitos prenden hogueras con cantuesos, romeros y tomillos para contrarrestar las emanaciones nocivas.






Su padre gravemente enfermo, el cuerpo cubierto de landres abiertas, purulentas...


Tito Alba y el Gallofa mueren, también lo hace su padre de cuyo entierro se tiene que hacer cargo. “La agitación y los quehaceres no permitieron a Cipriano reflexionar sobre su orfandad”.

Cuando ya la pestilencia parecía permanente; en otoño, año y medio después de la erupción, se produce el milagro de su superación. Se organizan juegos de cañas y corridas de toros para celebrarlo al llegar la primavera. También es en esta estación cuando CS sale del internado a casa de su tío que hará de tutor hasta la mayoría de edad. Extraña su vida anterior, sus amigos y costumbres. En la biblioteca “Cipriano fue descubriendo el placer de la lectura, el acto íntimo y silencioso de desflorar un libro”. Congenia con su preceptor, don Gabriel de Salas y progresa en sus estudios.

Doña Gabriela contrata a Minervina, convencida de que su venida ayudará a paliar la melancolía que embarga a CS. Su estancia en la casa dura cinco meses. Los jueves de los cuatro últimos que se quedan solos en la casa, se convierten en los jueves de la niñez de CS con el añadido del sexo. Mina nutre a CS como antes había hecho de niño. Incapaces ambos de detener la llamada de la pasión, más fuerte que los escrúpulos que le asaltan de repetición del esquema del amo que se aprovecha de su criada y las reticencias de sus confesores a absolverle si no existe arrepentimiento previo. Un día doña Gabriela los sorprende apareándose y expulsa a Minervina de la casa, cinco meses después de su llegada dando así por terminado el libro I de “los Primeros años.”




Romance apasionado. 


Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


martes, 28 de diciembre de 2010

Habla popular de Lumbrales (67)





 
Invierno con frío, agua y nieve en Lumbrales. Foto de R. Chico.


Encerrar: Meter, guardar “El otro día juntemos y encerremos todo el heno.”
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.
BDE: Hacia 1140.

Enchapinar: Mojarse completamente. “Dame otros zapatos que los tengo enchapinaos.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Enchocar: Tirar lejos la pelota o cualquier otro objeto, quedando en algún tejado donde no se puede coger, a menos que se pida permiso al dueño. "Los muchachos enchocaron la pelota en el tejado".
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Enchuchar: Sacar el chucho o fruto de la vaina o envoltura. “Ayer enchuché ese carapuchete de pipas de calabaza.”
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT. 






Encorujarse: Encogerse de frío o dolor. “Entra y caliéntate a la lumbre, estás encorujao de frío.”
DRAE: 1. prnl. Encogerse, hacerse un ovillo.
No está en el DCT.






Endiñar: Endilgar. Se usa cuando se refiere a un golpe. “Le endiñó un puñetazo que le dejó el ojo a la virulé.”
DRAE: (Voz caló).1. tr. Dar o asestar un golpe.
DCT: Pasar a otro la responsabilidad o la ejecución de algo desagradable.

Endongar: Arreglar. “Déjame el dobladillo de ese vestido que te lo endongo en un periquete.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Enervao: Se dice que un objeto metálico está enervado cuando se ha calentado demasiado y no se puede tocar a menos que quieras quemarte. “No toques la badila que está enervá.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.
BDE: Enervar: 1607, latín enervare. Del griego neuron, hermano y sinónimo del latín nervium.

Enfoscarse: Esconderse entre malezas. Emboscarse.
DRAE: 7. prnl. Sal. Cubrirse, arroparse.
8. prnl. Sal. esconderse (‖ ocultarse).
DCT: Acurrucarse al lado del fuego.

Enfrascarse: Llenarse. “Con la grama hay que andar detrás de ella siempre, si no, todo se enfrasca si la dejas apoderarse.”
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.
BDE: 1495, “aplicarse con intensidad a un asunto”. Parece tomado del italiano infrancarsi “internarse en la vegetación”, “enredarse”, principios del XIV, derivado de frasca “rama” (principios siglo XIV, palabra italiana de origen desconocido); pero el vocablo que nos interesa no ha sido estudiado a fondo, y la aparición bastante temprana del mismo en castellano y portugués, y la existencia popular de frasca “abundancia de cosas nociva”, “hedor”, “porquería”, en los dialectos del Noroeste hispánico y catalán, fin s. XIV, hacen dudoso el préstamo italiano.

Enfurruscarse: Enfadarse, cabrearse.
DRAE: 1. prnl. coloq. Ál. y Ar. enfurruñarse.
DCT: Mismo significado.

Enfusar: Embutir la carne del cerdo en la tripa. “Hay que enfusar bien las chichas en la tripa para que no se hollen los chorizos.”
DRAE: 1. tr. Sal. embutir (‖ hacer embutidos de tripas rellenas con carne).
2. tr. Sal. Atollar, hundir. U. t. c. prnl.
No está en el DCT.


Abreviaturas utilizadas:
DRAE:
Diccionario de la Real Academia Española. 

DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE:
Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.



domingo, 26 de diciembre de 2010

A trastear, Hélpide dulce, escampas,




Con el estómago ya sosegado después de comer y beber el doble, como si en la nochebuena todo el mundo tuviera hambre o se hiciera necesario llenar los agujeros de la melancolía en la noche de los dedos cortados al partir el jamón las manos inexpertas, se despertó el gallo incierto de la madrugada para dar descanso a los renos de Santa Claus en la noche disparatada, de menos trabajo que otras por la crisis que se impone, áspera como este nacimiento en un portal:


A trastear, Hélpide dulce, escampas,
cómo quedamos de tan quedarnos.

Hoy vienes apenas me he levantado.
El establo está divinamente meado
y excrementado por la vaca inocente
y el inocente asno y el gallo inocente.

Penetra en la maría ecuménica.
Oh sangabriel, haz que conciba el alma,
el sin luz amor, el sin cielo,
lo más piedra, lo más nada,
hasta la ilusión monarca.

Quemaremos todas las naves!
Quemaremos la última esencia!

Mas si se ha de sufrir de mito a mito,
y a hablarme llegas masticando hielo,
mastiquemos brasas,
ya no hay dónde bajar,
ya no hay dónde subir.

Se ha puesto el gallo incierto, hombre.

Poema XIX de TRILCE. CÉSAR VALLEJO

Foto del diario la Gaceta

Miles y miles se unen para celebrar juntos las fiestas más populares. Que no falte el recuerdo a los que sufren injusticias y a los ausentes que cayeron en el olvido. Esperanzas renovadas, como esa hélpide dulce, que nos hagan ser mejores.

jueves, 23 de diciembre de 2010

La Formación de Cipriano Salcedo




 
Desasnando. Grabado de Pieter Bruegel el Viejo.


MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
CAPÍTULO V
Capítulo dedicado en exclusiva a la formación del niño Cipriano Salcedo; primero de niño, a través de Minervina que le enseña los rudimentos de la fe católica como a ella se la habían enseñado; a continuación, un preceptor que va a casa un par de horas diarias con el que no congenia. Más tarde, su padre le manda a un colegio de niños expósitos, internado duro para “desenveredarlo” y, al mismo tiempo, desenmadrarlo de Minervina de cuyas sayas no se despegaba. La narración de los hechos de la calle, la situación social vista desde la perspectiva pícara de un chaval de buena familia interno en el colegio de huérfanos, conforman el grueso del contenido del capítulo.

En efecto, desde antes que CS cumpliera siete años, Minervina dedicaba una hora diaria a enseñarle las oraciones más esenciales del buen católico, de la misma forma que ella había aprendido de su madre y del cura don Nicasio Celemín que seguía las normas dictadas por el Sínodo de Alcalá de Henares de 1480, que convocaban a fusionar instrucción con doctrina. La iglesia se aprovechaba de la ausencia de un sistema de educación para el pueblo, con la disculpa de llenar el vacío que los poderes públicos no ocupaban, porque los recursos se utilizaban en mantener la fe con las armas, cuyo fin último era cumplir con su misión de evangelización a través de la enseñanza. Perfectamente explicada la base de la doctrina en la dualidad bien y mal, gozo o llanto eterno; la dedicación a uno o a otro implica ganar o perder. Si pierdes, ganas la nada inmensa del pudridero infernal. Algo que hay que evitar y que el niño, como todos los niños de siempre, interiorizan y absorben como esponjas. En mayor medida cuando entendía que con la repetición en coro y mecánica de las oraciones estaba ayudando a salvar a Mina, al hacer bien su labor de maestra salvadora.

El niño crece y los conocimientos de la nodriza son limitados, no van más allá de las bienaventuranzas. Un preceptor se hace necesario. Mejor uno externo que con su presencia no ponga en evidencia las carencias formativas del padre, que en las tabernas sólo se aprende gramática parda. Que abandone la casa al mediodía y que le enseñe a “leer en latín y a escribir en romance[…]. He ahí el camino “. Además era un signo de categoría social únicamente al alcance de la nobleza, estamento que anhela, como un habitante de sus sueños.

Deciden bajar al niño al piso principal, a la habitación contigua a su padre desde donde le oye carraspear. Sin Mina al lado, sin la protección de su escudo,  se siente indefenso, como desamparado. La instrucción avanza mientras transcurre por los caminos de la oralidad, ya hollados anteriormente en compañía de Mina, de la “Cartilla de Moços” del cura de Santovenia, pero descarrila al intentar el asalto a las declinaciones y estructuras sintácticas que requieren una concentración, ausente de la cabeza de Cipriano, más pendiente de los movimientos de su padre en la habitación de al lado que de las lecciones de latín.


 


BS decide darle una lección al niño. Le mete interno en el Hospital de Niños Expósitos. Su hermano, patrono mayor del centro, trata de persuadirle de que no es sitio para gente de su clase social. Al final le ayuda a entrar con la excusa de pagar la estancia, gastos de formación y alojamiento de tres alumnos más y así “cooperar generosamente al arca de las limosnas”.

El jovencito CS, con dos fardillos como único equipaje, se despide de Minervina envuelta en lágrimas, pero con la satisfacción de perder de vista a un mal padre que le aterroriza. Aprende rápido que en el internado el mundo se le ensancha. Hasta ahora sus conocimientos no iban más allá de su buhardilla, la cocina de la casa y los juegos con los otros niños de Santovenia los jueves que Mina le llevaba a casa de su madre. A partir de ahora pasa a ser Mediarroba junto a cincuenta y siete más,  sin perrito que les ladre y un uniforme que los identifica. Entre ellos está el Corcel, el grandullón al que todos obedecen; Tito Alba, su amigo; don Lucio y el Escriba, el tutor que les saca de paseo por las calles y alrededores de Valladolid después de comer.



 
Aprendiz de carpintero.

En uno de sus paseos por la ciudad visitan a dos exalumnos aprendices de carpintero y curtidor. Trabajan por la manutención, el alojamiento, la propina de los domingos y la promesa de un ascenso a oficial. El primero está satisfecho con el trato que recibe del carpintero, pero el trato al segundo aprendiz deja que desear. Don Lucio promete denunciar el caso a los diputados de la cofradía.


 
Caridad. Al fondo enterrando a los muertos.  

Bruegel el Viejo

Cuando llevaba dos meses de estancia en el centro, le toca una semana de limosnero. El éxito de la actividad es esencial para un centro que vive de la caridad. Cipriano, el Mediarroba; Claudio, el Obeso; el Niño y Blas, el asnillo que tira de un carro, salen del internado con dirección al Hospital de la Misericordia donde cargan con los muertos del día. Los llevan por las plazas de la villa donde piden dinero a los viandantes para darles cristiana sepultura. Se aplican a la tarea de provocar lástima con frases como: “vivieron abandonados como perros” que aumentan la cantidad de la limosna. Al concluir la jornada entierran los muertos en la iglesia asignada. Al regresar al colegio, depositan los donativos en el arca de las limosnas y tocan a ánimas, toque que siguen todos los campanarios de la ciudad.

Al llegar la noche cae agotado, sólo interrumpido por el ruido de los muelles del camastro del Corcel trajinando con el Niño, al que obligaba a acudir a su cama.



A veces el coro de los expósitos era requerido para cantar en algún entierro de la nobleza, a cambio de algún pingüe juro que ayudara a su mantenimiento. El Miserere o el Dies Irae salía de sus gargantas con timbres aún sin fraguar. Un día después de dar sepultura al noble caballero don Tomás Colina, con el tufo a corrupción de un enterramiento anterior en el ambiente interior de la iglesia, entra su tío don Ignacio Salcedo que se dirige a él interesándose por sus progresos. Le propone estudiar para sacerdote, algo que él rechaza de plano o leyes. A la última sugerencia le responde que se lo pensará. Le cuenta que su padre no le escribe, que tiene sus amigos aquí y no quiere cambiar de centro. Le recuerda que es el heredero único de todo lo suyo y lo de su padre. Le pide que piense en lo que quiere hacer en el futuro. Le ruega que su padre no se entere de la conversación y se dan la mano para despedirse. Le aconseja que siga estudiando y aproveche el tiempo en el internado.




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


martes, 21 de diciembre de 2010

Habla popular de Lumbrales (66)





 
La Carretera en la actualidad. Jaime Grandes


 

La Carretera antes de que la grafiosis acabara con los álamos centenarios.



Empochar:
Pudrir. “Quita de ahí esa manzana pa que no empoche a las otras.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Empuntar: 1.- Despedir o alejar a uno. “En un momento lo empuntaron pa su casa” 2.- Encaminar, “No hace falta que lleves las vacas hasta la desa, cuando pases la carretera las empuntas y ellas solas ya van al rodeo”.
DRAE: 2. tr. Sal. Despedir, echar a alguien por molesto.
3. tr. Sal. y Col. Encarrilar, encaminar, dirigir.
No está en el DCT.

Enanchar: Ensanchar, engordar. Generalmente se refiere al cuerpo humano o de los animales.”Por las matanzas siempre se le ve enanchar al gato, se conoce que le dan algo por ahí”
DRAE: 1. tr. coloq. ensanchar.
No está en el DCT.

Encá, Pancá: En casa de... para casa de. “Se fueron pancal Ramón en cuantis lo vieron remanecer”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Encalcao: Dícese cuando duele la planta del pie por alguna causa y no se puede casi andar: "Tengo los pies como encalcaos de tanto andar".
No está en el DRAE.
 
No está en el DCT.

Encalcar: Apretar la paja en el carro, en el pajero o en la saca para que entre más cantidad. Esta labor la solían hacer mozos de poca edad saltando sobre ella. Cuando había tamo, que solía ser casi siempre, la tarea era harto trabajosa, pues se irritaban los ojos y la garganta, recuerdo que los mocos salían negros.
DRAE: 1. tr. Ast., León, Sal. y Zam. Recalcar, apretar.
DCT: 1.- Calcar. 2.- Insistir.

Encallar: Cocer un poco las tripas y entrañas del cerdo en la matanza. “Es menester encallar esas tripas pa los bofes”.
DRAE: 1. prnl. Dicho de un alimento: Endurecerse por quedar interrumpida su cocción.
No está en el DCT.
BDE: 2º cuarto s. XV, significaría primero “atascarse un vehículo”, sentido conservado en catalán (donde el vocablo aparece también desde 1460), y que se explica por el sentido de “camino estrecho entre dos paredes” que tomó CALLIS allí y en otros sitios; la acepción ¡quedarse una cosa atravesada en un resquicio, formar obstrucción” , análoga a la primitiva, se halla también en castellano en los siglos XVI y XVII.

Encangar: Emplumar a otro un trabajo que suele ser desagradable y que a nadie le gusta hacer. ”Vino, me encangó el trabajo y se largó. “
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Encarabarse: Pararse o entretenerse con alguien. “Allí estuve, encarabao con ellos a la solana, cascando toda la mañana”.
No está en el DRAE. 

No está en el DCT. 


 

ENCARAMBANAR: Cuando hiela tanto que el agua se convierte en carámbano. “Los pilones estaban encarambanaos, me pegué una soba a darle con la marra para que bebieran las vacas.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

 




Encascado(a): Sucio. "¡Qué ropa más encascada!"
No está en el DRAE.
No está en el DCT con esta acepción.

 




Encendija: Pajas, hierba seca o ramos de escoba para encender la lumbre. 
No está en el DRAE.
No está en el DCT.













El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE:
Diccionario de la Real Academia Española. 

DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE:
Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.



La foto del hielo es también de Jaime Grandes. La del montón de escobas B/N es de la página de Ricardo. 





domingo, 19 de diciembre de 2010

El flamenco de luto

Enrique Morente. Otro granaíno universal.


LA GUITARRA, de Federico García Lorca.

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla
llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

Un quejío de dolor que desgarra las entrañas. Take this waltz, maestro.






jueves, 16 de diciembre de 2010

Petra Gregoria, la revuelta y la niñez de Cipriano








Padilla, Bravo y Maldonado decapitados en Villalar. Antonio Gisbert.


MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
CAPÍTULO IV

El personaje de la mantenida, Petra Gregoria, tanto en su recorrido en la novela, como en la influencia que tuvo en su mantenedor, don Bernardo Salcedo, ocupa la narración de este capítulo. De fondo, uno de los periodos más convulsos y fascinantes de la historia española: la revuelta de las comunidades contra el rey, en paralelo con la controversia de la reforma religiosa europea. Ambos aspectos explicados desde la privilegiada visión que se tenía de los hechos en la Chancillería y la repercusión en el pueblo llano, representado en el personaje de Petra Gregoria, con su ejercicio maniqueo de división entre buenos y malos; la gente del pueblo, enaltecida por los intelectuales, en contra de las influencias extranjeras, en un esquema que se va a repetir a lo largo de nuestra historia varias veces, como en la invasión napoleónica trescientos años después.

El nacionalismo tradicionalista unido al fanatismo religioso hace retroceder las sociedades. Todo se les vuelve mirarse el ombligo de su autocomplacencia lo que provoca el estancamiento. Las sociedades más prósperas son las que intentan sumar y constantemente convocan diálogos que lleven a consensos o, al menos, acerquen posturas. Ya está la gente lo suficientemente radicalizada como para que encima vengan elementos incendiarios, pagados por el pueblo, a provocar enfrentamientos, porque para legislar e imponer prohibiciones ni falta que  hacen dirigentes, mucho menos parlamentos vendidos al oropel del sillón bien acolchado, coche oficial con chófer y alfombra mullida en la que posar los pies endebles y esponjosos, medio fofos.

En el número cinco de la calle La Corredera de San Pablo, el niño Cipriano sigue con su crecimiento. El destete no se produce hasta los tres años. Se seca la nodriza por un lógico imperativo biológico. Don BS resuelve la consecuente preocupación de Minervina con un simple cambio de oficio, en delante pasará a hacer las funciones de rolla del niño.

La vida de BS se encauza de nuevo por los senderos de la tranquilidad. A ello contribuyen los encantos de Petra Gregoria a la que visita casi todas las tardes. Ella se transforma en una amante singular con iniciativa y capacidad de sorprender que corre en paralelo a la generosidad pecuniaria de su mantenedor que accede al cambio de casa, a otra zona más acomodada de la ciudad, lo cual hace milagros en la disposición de Petra.

El placer de BS se dobla al contar sus hazañas a su empleado Diego Manrique que escucha embobado la destreza en las artes amatorias y escarceos del amo. Su hermano Ignacio: “El espejo en que la villa castellana se miraba”, paga los estudios de cinco huérfanos. Un día al mes visita los hospitales de la ciudad y cuida a los enfermos durante veinticuatro horas, como si sus títulos, privilegios y propiedades le acercaran a los más necesitados. Como oidor de la chancillería, está bien informado de todo lo que sucede, no sólo en el ámbito local, también en el nacional e internacional, pues lo que ocurre en la convulsa España del momento, hervidero de noticias, tiene una repercusión casi instantánea en Europa y ultramar. Valladolid en ese momento, epicentro de tanta ebullición.





La muerte en Segovia de Rodrigo de Tordesillas, conchabado con los flamencos que acompañan al rey, es el detonante de la revuelta de las comunidades. Juan Bravo se pone al frente de los revoltosos. El clero al lado de los comuneros, como rezaba un pasquín pegado a la puerta de San Pablo “SUBSIDIOS, NO. EL REY EN SU CASA Y LOS FLAMENCOS A LA SUYA.” Las tropas reales repelen las protestas populares que siguen las consignas de los burgueses e intelectuales. Queman Medina. Los comuneros asaltan el castillo de Cigales. Valiente, el caballo de BS, deja su vida entre las cepas. Don Ignacio y Miguel Zamora regresan de la acción a lomos de su otro caballo, Lucero. Los rebeldes, derrotados en Villalar, prendidos vivos y decapitados en la plaza del pueblo. Muertos junto a mil castellanos más. La ciudad se llena de tristeza. La gente deambula cabizbaja por las calles sin saber a quién culpar de la derrota. BS, satisfecho de que todo haya terminado, diluye sus penas entre las artes amatorias de su amante que ha conseguido distraer la atracción por Minervina.


El día quince de mayo de 1521 el niño Cipriano Salcedo agota definitivamente el pozo de la leche de la nodriza tras tres años de extracción continuada. BS le amplia el contrato modificando su función en la casa. Minervina lleva a CS a Santovenia los jueves por la mañana en la galera de Jesús Revilla, viaje que hace las delicias del niño con sus vaivenes. Allí es feliz jugando en libertad con los demás niños de su edad. Incluso molesta a Pedro Lanuza, el hojalatero, golpeando las cacerolas colgadas a la puerta, llamando a los moradores “herejes y alumbrados”, echando a correr cuando las hijas asoman con la mano del almirez amenazándoles desde la puerta.

El destete de CS espiga el cuerpo de Minervina, lo cual no pasa desapercibido para el padre, ni el hecho de que el niño le evite escondiéndose detrás de las sayas del aya cada vez que se lo cruza. BS la acusa de intentar separar a su hijo de él, que es su padre. La joven le acusa de no hacer nada por atraerle; los niños se van donde sienten afecto. El padre le repone que dentro de sus obligaciones está la de inculcar el cariño y el respeto al padre. Agarra al niño de la oreja tan fuerte que le hace llorar. Se abrazan ambos envueltos en lágrimas que desarman al padre, incapaz de manejarse entre los sollozos de las situaciones melodramáticas. Se marcha dando un portazo. De nuevo otra escena complicada, resuelta con maestría de gran novelista, excelente conocedor de los entresijos de las relaciones humanas y sus miserias: “Hacer llorar a unos ojos que le habían despreciado tanto, comportaba un desquite”.

 
Cuando le cuenta la escena a su hermano, tergiversa las cosas; disfraza su venganza en virtud. El niño no es más que un pequeño parricida. Ignacio le reprende, pero comprende que ya la coincidencia de su nacimiento con la Reforma de Lutero no era un buen presagio. Ignacio provoca la curiosidad de su hermano al contarle la situación religiosa, ajena a su mundo cercano del almacén, la taberna de Garabito, el piso de la mantenida y la atracción de Minervina.

Para los reformistas las indulgencias y sufragios no sirven para nada, sólo la fe en el sacrificio de Cristo puede salvar. Los ataques mutuos de luteranos y papistas hacen imposible la reconciliación. Lutero gana terreno en Europa. No cesa de escribir libros incendiarios una vez ratificada en Worms la excomunión papal.

Un día Ignacio abre los ojos de BS: “Valladolid se divierte y Bernardo Salcedo paga ¿Qué te
parece esta frasecita que oigo a diario por todas partes? “ A deshora visita la casa de la mantenida para descubrir la naturaleza de su engaño, entre cuernos anda el juego. Considera que María de las Casas le ha engañado aconsejándole una fulana, consumada actriz, con la consiguiente posibilidad de haberse contagiado de sífilis. BS la descubre encamada con Miguel Zamora que le confiesa que son “dos pobres cabrones que no sabemos dónde ocultar los mogotes de nuestros cuernos”.

Seguidamente, abofetea a Petra Gregoria que la pone en el páramo de donde salió para engañar a la ponedora y sacar el dinero de los poderosos.




Lo más conocido como himno de Castilla es esta composición del Nuevo Mester de Juglaría, lo que da cuenta del escaso apego a lo local que se tiene por estas tierras:

 



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.
 

martes, 14 de diciembre de 2010

Habla popular de Lumbrales (65)




 

Los huertos en otoño ya descansan hasta la primavera siguiente. Foto de Jaime Grandes.


Embuelza: Todo lo que cabe en las dos manos juntas. En el DRAE existen ambuesta y ambueza, que nadie utiliza porque no se las conoce. “Mi tía siempre me daba una embuelza de cacagüeses cuando iba a verla.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Embute (a): En abundancia. “Salían patatas a embute, en poco rato hicieron la carga”.
No está en el DRAE.
DCT: Mismo significado.

Empanar, engranar: Cuando los animales cogen peso. Cuando un animal está tan gordo que da gusto verlo. “Estas ovejas están empanás, da gusto verlas de lo gordas que están.”
DRAE: 1. intr. Dicho de una planta o de una parte de ella, como las espigas o los racimos: Producir y desarrollar el grano.
No está en el DCT.

Empanderetao: Congelado. “Como dejes esta noche la ropa tendida fuera, mañana va a estar empanderetá, está cayendo una buena pelona.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Empantanao: Cuando se dejan las cosas a medio hacer, desordenadas. “Como anduvo con prisas, dejó todo el cuarto empantanao.”
No está en el DRAE con esta acepción.
DCT: 2.- Se aplica a las labores que se dejan sin hacer o que no se saben terminar.
BDE: Empantanar proviene de pantano del italiano pantano,748, voz antigua del centro y sur de Italia , de origen incierto, probablemente prerromana.

Empanzanao: Empachao.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Empapuciar: Empapar, llenar de agua.
DRAE: 1. tr. coloq. Hacer comer demasiado a alguien. U. t. c. prnl.
DCT: Comer demasiado.

Empedernir: Ensuciar, penetrar la suciedad. Ésta no sale así como así. Cuando las sábanas están empedernidas, la suciedad está incrustada dentro de ellas. Hay que dejarlas a solear para que blanqueen.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.
BDE: Proviene del latín PETRINUS, del griego pétrinus “pétreo”; de la misma raíz.

Emperifollarse: Vestirse con las mejores galas que uno tenga en el armario. “Iba todo bien emperifollao, de punta en blanco.”
DRAE: Emperejilar 1. tr. coloq. Adornar a alguien con profusión y esmero.
No está en el DCT.
BDE: Proviene de perifollo (planta semejante al perejil), 1923, como emperejilarse.




 

Empesgar: Entrizar, oprimir con un peso grande. “Para que un niazo no se cale, hay que empesgar bien el heno.”
DRAE: Mismo significado.
No está en el DCT.

 





Empicadero: Peña adherida naturalmente al terreno bajo la superficie. Los empicaderos son tenidos en poca estima por los labradores. Al arar, la reja topa con ellos causando su enfado y el consiguiente retraso en la faena. La reja se embota antes y tienen que ir al herrero a aguzarla. “Esa tierra del Terroño es muy mala; no tiene más que empicaderos.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Empicarse: Enviciarse, tomar viciosamente una costumbre. “Las vacas se habían empicao a saltarse a la herrén”.
DRAE: Mismo significado.
No está en el DCT.

 


El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE:
Diccionario de la Real Academia Española.DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE:
Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.


domingo, 12 de diciembre de 2010

Basilio, el Peliculero.


Hoy traigo dos textos sobre Salamanca de mi paisano Basilio, El Peliculero, que es como le llamaba la señora Regina, vecina de la Calle Larga de Lumbrales, que había trabajado de empleada de hogar en casa de sus padres, don Desiderio y doña Teresa, maestros del pueblo. Los textos acompañan unas fotos propias de hace un par de años durante una exposición de esculturas de Manolo Valdés.


Al entrar en la Plaza, el profesor queda de pronto sorprendido exageradamente, como extasiado. La iluminación indirecta hace aún más perfectas sus proporciones. Y comenta con voz rota, cansada, sincera.
[Profesor]. — ¡Me dan ustedes envidia!, créanme, ¡vivir en este remanso! Y quedan ya pocos en el mundo, tiene usted razón. Aprovéchenlo bien. Luego se alegrarán. ¡Si supieran cómo se echa de menos!...

Basilio Martín Patino.
Nueve cartas a Berta, guión, Ciencia Nueva, Madrid, 1868, p.92



"Hablar de Salamanca, desde mi horizonte, es reconciliarme con el concepto de cultura que me satisface: creatividad, curiosidad hacia cuanto significa aprendizaje, una forma de convivir."

Basilio Martín Patino.
Salamanca, Ciudad Europea de la Cultura, Ayuntamiento de Salamanca, Salamanca, 1994



Foto de Basilio Martín Patino de mediados de los sesenta.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La rutina, primeros pasos de Cipriano y “VÁ-YA-SE-DE-A-QUÍ.”




 
Minervina se convierte en ese oscuro objeto de deseo.

 

MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
CAPÍTULO III

Valladolid de vuelta, de nuevo en casa, tras las dos semanas de visita al páramo en el que pastan sus ovejas y la continuación a Pedrosa para tratar los asuntos propios de sus posesiones con el rentero, Bernardo Salcedo se ve atrapado por la seguridad que otorga la repetición diaria de la misma actividad. Vuelve a tomar las riendas de su negocio en la judería. Sus empleados, Dionisio Manrique y el galopín Federico, mudo de nacimiento, se alegran de su vuelta al trabajo. Testigos del nuevo brío que la presencia del jefe impone,  observan con agrado la revitalización del negocio, después de meses de ausencia en los que temieron que el negocio se fuera a pique; ellos mismos llenos de bubas, echados a pedir a la calle, rodeados de pordioseros por el fracaso de la empresa. Hasta Atila, el feroz mastín que guarda el almacén, cumple con su trabajo de vigilancia con energías renovadas.

Bernardo
valora el trabajo de Dionisio Manrique como operario de usos múltiples; lo mismo descarga los sacos de lana, que lleva una reata cargada de pieles hasta Segovia por los pasos de la sierra sólo por él conocidos.




 
Los Borrachos de Velazquez.


La actividad propia de los primeros días del verano y una sangría que le practica el barbero, Gaspar Laguna, le terminan de restablecer. A las doce abandona el almacén para dirigirse a la calle Orates donde le esperan los amigotes en la taberna de Dámaso Garabito para dar buena cuenta de las cubas nuevas de blanco de Rueda y La Seca. Siempre atentos a la ramita verde que indica cuba de vino nuevo. Destaca con nombre propio la escena de la taberna entre Teófilo Roldán, labrador de Tudela de Duero y don BS, ya con la inteligencia nublada por más de cuatro vasos. La conversación se desliza por los asuntos que han preocupado a los labradores fuertes de todos los sitios y su relación con los renteros. Éstos llevan las tierras del amo por el tercio de la producción, mucho en Tudela, pero escaso en Pedroso donde la tierra es menos generosa. La descripción que hace el autor de la secular tirantez entre amo y rentero revela un profundo conocimiento de la vida en los pueblos agrícolas castellanos y de las labores del campo. En otras zonas existía desde tiempo inmemorial la figura del mediero; labrador que llevaba las tierras de otro por la mitad de la producción, que nunca permitía salir de pobre en una economía de supervivencia. Sobrevivir era el objetivo. Magnífico ejemplo de lo agotador que podían llegar a ser las conversaciones con un rentero reivindicativo, con pocas ideas en la cabeza; pero con la firmeza y hondura que dan las cosas aprendidas a fuerza de sudores en trabajos de sol a sol.

A las dos se retira a casa. Come mientras hace oídos sordos a la conversación de Modesta que usualmente versa sobre los progresos del niño. El interés por su hijo no traspasa la curiosidad de un zoólogo.  Una visita semanal es suficiente
para satisfacerla. Lo que realmente le atrae del ajetreo del piso de arriba es Minervina a la que trataba de sorprender dándole el pecho al pequeño Cipriano. Su belleza y armonía le hacen  revisar la afirmación a Néstor Maluenda: “Él no era hombre de una sola mujer, sino de una sola esposa.” Su afición creciente a la taberna de Garabito aumenta en relación directa a la imagen del pecho desnudo de la nodriza que le asalta a medida que los vapores del vino se desvanecen.

De nada le sirven las confidencias con su hermano que le aconseja hablar con Fray Hernando para que le ayude a encontrar otra esposa, algo que no entra en una cabeza que sólo pide que alguien medie ante Minervina para que ella acceda a “poder desahogar con él sus apremios carnales”, tras vanos intentos fallidos por su parte.




Primeros pasos

Una tarde, a los nueve meses de nacer CS, los gritos de alegría de Modesta y Blasa, que como mialmas seguían por el pasillo los primeros pasos de CS, despiertan a su padre de la siesta, que lejos de compartir la alegría,  reprende a Minervina por permitirle andar a edad tan tierna, considerando que a los nueve meses los huesos del niño son como gelatina, con riesgo de quedarse curvados para siempre. Esto provoca lágrimas en la joven y un raro placer en BS“como si fustigara con un látigo la espalda desnuda de la muchacha”. A partir de ese día resulta imposible recluir al niño en su cunita, ya campeaba solo.

Una noche, armado del valor que da la riqueza mal entendida, la que atropella la dignidad de lo único que posee el pobre, sube al cuarto de Minervina que mordiendo las palabras le rechaza: “Vá-ya-se-de-a-quí.”,  al tiempo que le amenaza con marcharse,
desaparecer de la casa si vuelve a poner los pies en la habitación. Con las orejas gachas sale del cuarto avergonzado, sin alcanzar a descifrar por qué una chica de quince lo humilla de aquella manera.





Antiguo cartel norteamericano animando a hacerse análisis de sangre para detectar contagios por sífilis.


El apremio lúbrico lo lleva a la casa de mancebía por la mañana. Allí no hace otra cosa que charlar con Candelas, atemorizado por la posibilidad de la sífilis que hacía estragos en las gentes en forma de incordios, landres y bubas. Deja un ducado como pago por los servicios de escucha y se marcha a casa. Al día siguiente, charla con Dionisio Manrique acerca de la enfermedad asquerosa. Le informa de que algo se hace en pos de su curación. El tratamiento de la cura de calor y dieta sobria durante treinta días trae consigo la desaparición de las bubas. Lo que BS busca es respuesta al reconcomio que le absorbe: ¿Cómo desahogar mis apetencias sin riesgo? Como si el dinero tuviera la obligación de preservar la salud sin riesgo. Dionisio piensa que para eso la única solución es hacerlo con una que no lo haya hecho nunca antes; con una virgen. Le pone en contacto con la ponedora María de las Casas, especie de alcahueta que busca chicas para los pudientes.

Como si de una compraventa de ganado en la feria se tratara, entran en trato sobre diferentes jóvenes que ella conoce de pueblos del páramo. Al final alcanzan un acuerdo sobre Petra Gregoria de dieciséis años, vecina de Castrodeza a la que aloja en una casa en Valladolid, recién arreglada para ella. Sorprendida por un cambio de hábitat tan repentino, tiene que aprender todo de la vida en la ciudad. Le recomienda guardar discreción y aseo porque vive rodeada de gente y porque los olores rurales no contribuyen precisamente a subir la libido.



 
El casto José.

Ella siente melancólica tristeza, la morriña del pueblo. Una vecina de Portillo, el pueblo lindero, ayuda a que la nostalgia se vaya diluyendo. El argumento definitivo para que Petra cambie de actitud son los cinco ducados que BS le da para que se compre ropa y se adecente. La experiencia de BS, ganada en el trato con las mujeres durante sus años mozos, hace el resto, lo suficiente para que ella se deje arrastrar por el mismo deseo carnal del que la ha traído a Valladolid y le entregue la flor de su secreto.


Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.