jueves, 31 de marzo de 2011

Desorientado



VIENE LA NOCHE. OSCAR ESQUIVIAS


Nos detenemos en el periodo que va del catorce al veintiséis de Enero, que Esquivias reúne en cinco días de su diario. Benjamín pretende seguir su vida normal en el barrio, pero ya nada es igual que antes del viaje a Burgos. El deterioro físico progresivo que le lleva a desorientarse se apodera de él a medida que nos aproximamos al final. Recibe una carta de Burgos con una visión distinta del conflicto civil que le descoloca. Se le hace amargo probar su propia medicina. En la carta anterior al autor había contado lo que hicieron en Madrid con su otro hermano, su padrastro, Gorostiaga y él mismo si aquel día se le ocurre llevar un crucifijo. Está claro que lo que el autor propone es un ejercicio de catarsis basado en airear las fechorías que hicieron unos y otros, en contra del silencio y del miedo que todavía impregna todo lo relacionado con la represión durante la Guerra Civil y posguerra. El nuevo viaje a Burgos, que el manto de nieve no puede impedir, es una imagen perfecta del deseo que le embarga de romper el silencio y desembarazarse de viejos fantasmas.


Revista anticlerical


DOMINGO, 14 DE ENERO DE 2007


La comestina de la ausencia de sexo de su hijo ronda la cabeza de Benjamín. Se le hace necesario hablarlo con alguien. Va al metro y en Estrecho se encuentra con La Puerta. Al comentarle el caso, le responde que eso es muy dado de los católicos; actitud arrogante de la jerarquía, ciegos de soberbia y virginidad. Él no concibe el matrimonio sin sexualidad. Argumenta que es lo mismo que renunciar a la vida. Le sugiere que lea la Biblia, allí está la verdad. Aquel día Benjamín sale de la iglesia agarrado a Teresa, un tanto tambaleante después de haber escuchado al Padre Urrez pronunciarse sobre el matrimonio como fuente de vida y explicar las Bodas de Caná. Tanto el cura como Walter la Puerta le parecen charlatanes.


MARTES, 16 DE ENERO DE 2007


Esa mañana Clarita llama por teléfono. Benjamín ha quedado en acompañar a Teresa al dentista. Le pone la eterna excusa de que lo han llamado de la biblioteca, amenazándole con retirarle el carné si no devuelve un libro. Se coloca el abrigo y sale a la calle a llamar la en un teléfono público. Queda con ella en el pisazo del Europeo. Cuando ambos están en la bañera, comienza la música y se enciende la calefacción, lo que quiere decir que el amo está a punto de llegar. Se visten precipitadamente y entran en un bar a tomarse un café. Clarita le anuncia que pone el piso en venta. Se va con su hija y el bielorruso a Benidorm. Cuidará del hijo de éste mientras ellos regentan un bar.


Benjamín se alistó en la División Azul en un intento de escapar del hambre y del batallón de castigo.


De vuelta a casa, una nota le anuncia que Teresa ha salido a comer y a la peluquería. Volverá para la cena. También Jaime lo hará. Como no le gusta lo que hay en la nevera, enciende la TV y se queda dormido hasta que los timbrazos de Jaime que llega le despiertan. Le entrega una carta de una señora de Burgos en la que le cuenta que su hermano Jacinto murió en la cárcel en 1940 merced a un informe de su hermano, Aurelio. La carta viene acompañada de una fotocopia de un documento escrito a máquina que lo corrobora. Benjamín se enfurece y le contesta con otra en la que termina conminándole a que “no remueva las tumbas y deje descansar a los muertos”. Benjamín está convencido de que él fue quien realmente las paso mal, cada cual sufrió su calvario particular: se deslomó levantando el cuartel de Tenerife después de la guerra y se alistó en la División Azul para escapar del hambre y de los trabajos forzados del batallón de castigo. La llegada de Teresa de la calle con el pelo pintado de verde detiene el monólogo de un Benjamín que no oculta su enfado con la carta de la Felisona.


VIERNES, 19 DE ENERO DE 2007


La inercia de sus pasos dirige a Benjamín por el camino aprendido del piso de Clarita que luce un cartel de SE VENDE. Sólo hace un par de días que ella falta y la vivienda parece una cáscara. Se echa de menos el olor característico y los animales que lo llenaban de vida. Benjamín siente que algo importante le falta. Ante la insistencia de Nelson, el agente de la inmobiliaria, le da el teléfono y nombre de Acacio. Esta gracia le devuelve la sonrisa.


Propaganda de derechas


MARTES, 23 DE ENERO DE 2007


A pesar de que todos los pronósticos amenazaban con un temporal de frío y nieve en la Meseta Norte, Jaime acompaña a su padre en un viaje postrero a Burgos. Benjamín quiere rendir un homenaje a la memoria de su hermano. Un manto blanco que daña la vista les recibe al pasar Somosierra. Por una ciudad de Burgos cubierta de nieve, se acercan en taxi al cementerio: “Sólo se veía un paisaje abollonado, sin cruces, sin panteones, sólo con jorobas blancas”. Ante el nicho le prende fuego a una carta. Quieren regresar a Madrid por la tarde pero los trenes y autobuses se han suspendido por la nieve. “Burgos parece una ciudad muda: no se oye ningún ruido, todo está aletargado, quieto, como si la nieve fuera una camisa de fuerza”. Dan un paseo por la ciudad; pero Benjamín ya no reconoce los sitios: todo parece cambiado. Burgos para Jaime no es más que una ciudad de paso. Esa noche en el hotel ninguno de los dos pega ojo. Benjamín se pasa a la habitación de Jaime.


Revista anticlerical


VIERNES, 26 DE ENERO DE 2007


Benjamín ha aprendido a no dejarse guiar por sus pasos que, inconscientemente, le llevan a la calle Topete. Tampoco ha vuelto a la biblioteca a pesar de las llamadas de Morris, ni frecuenta a Cebrianitos. De la misma forma que en Burgos se sintió extraño, porque no reconoce la ciudad que vivió de chico, su barrio le parece inmerso en una ciudad extraña. Más semejante a una urbe caribeña o africana. Se desorienta. No es capaz de llegar a Bravo Murillo, su punto de referencia. Al verlo perdido, un paquístaní dueño de una frutería, le pregunta y no recuerda el nombre de su calle. Jaime se sorprende cuando en el ensayo Vanessa presenta a Ruth y Malibú que entran en el coro. Ese día ensayan un motete de Peñalosa. Se sorprende de la voz excepcional del ecuatoriano, algo que nunca habría sospechado. Al término del ensayo, Ruth agradece a Jaime que aquella noche del Arbolito Naranja no se aprovechara de ella.

"I walked the avenue till my legs felt like stone

I heard the voices of friends vanished and gone

At night I could hear the blood in my veins

Black and whispering as the rain

On the streets of philadelphia"

Bruce Springsteen




Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

martes, 29 de marzo de 2011

Habla popular de Lumbrales (79)


La tarde echa un telón de tonos violáceos que suaviza la noche.


Fato: Mal olor."Uff, ¡qué fato más inaguantable daba esta calle!".
DRAE: 2. m. Olor, especialmente el desagradable.
DCT: Hedor.

Fiar: Consistía en pedir permiso al mozo que estaba bailando con una chica para echar un baile con ella, sólo permitido si el baile era “fiao”.
No está en el DRAE con esta acepción.
DCT: mismo significado.
BDE: Hacia 1140. Del latín vulgar FIDARE, modificación del latín FIDERE.

Flojallo: Blando, débil. “La descomposición me ha dejao flojallo”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Flojar: Aflojar.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.
BDE: Aflojar: 1220 – 50. Flojo proviene del latín FLUXUS, participio de FLUERE “manar”.

Floretero: Molde para hacer las flores de dulce.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Fole (levantar en): Levantar a pulso, en vilo. “Cogió al fulano en fole y lo sacó pa la calle ayer noche en la taberna”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Forastero (estar): Aparte del significado normal del que es de otro pueblo; estar forastero es no estar en el lugar, estar de viaje.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.
BDE: 1495, del catalán foraster, 1123 variante del oc. Forestier íd., y derivado como él del oc. ant. Forest “aldea, caserío fuera de la población”, derivado a su vez de FORAS con la terminación de AGRESTIS y SILVESTRIS.

Fosco: Deficiente, ralo, de poca calidad. “El jersé que traía puesto era un poco fosco.” Cervantes utiliza el adjetivo en El Quijote en el nombre del gigante Pandafilando de la Fosca Vista.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT con esta acepción.

Francesá La: Así se denomina lo que en los libros se conoce por Guerra de la Independencia. En el Reino Unido: Peninsular War. Las referencias a este periodo siempre son negativas en el pueblo. Debe de ser porque hubo una refriega cerca de Lumbrales, en el sitio llamado El Chorrovío o Los Chorrovíos, en el que murieron bastantes lumbralenses en lucha contra los franceses. Aparte de esto había que alimentar a muchas tropas tanto francesas como inglesas, portuguesas, alemanas y españolas y eso llevaba consigo multitud de saqueos y requisas que empobrecieron a la población más de lo que estaba. Existen datos de que por la zona estuvo el famoso guerrillero salmantino Julián Sanchez El Charro haciendo de las suyas contra los franceses.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Frasca: Se refiere a personas de mala reputación. Abundancia de cosas nocivas.
No está en el DRAE con esta acepción.
DCT: Conjunto de mala gente.

Frejón: Fréjol. Judía, sobre todo las alubias pintas o de color .
DRAE: 1. m. Ext. fréjol.
No está en el DCT.

Frejonera: Planta de los frejones.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.

Las dos primeras fotos son de Jose María Torrecilla. Las siguientes de Internet.

domingo, 27 de marzo de 2011

Cuando vengas a Madrid




VIENE LA NOCHE. OSCAR ESQUIVIAS
DOMINGO, 31 DE DICIEMBRE DE 2006

Hay dos asuntos que destacan sobre todo lo demás en el resumen de estos cuatro días en los que el novelista se detiene y que van del 31 de diciembre al 8 de Enero: La cena de Nochevieja en casa de los Revilla y la preocupación de Benjamín por el asunto del “problema” de su hijo. Con relación al primero, vemos cómo Esquivias tensa la cuerda de la situación humorística en la cena para provocar la hilaridad del lector. A fe que lo consigue. En el segundo, mezcla el tema de la sexualidad de Jaime con la heterodoxia de los hijos de Acacio, el personaje de “orden” más característico de la novela y que representa a aquellos personajes nostálgicos del franquismo cuando desapareció el dictador.

El tema de la muerte que impregna la novela como si siempre fuera de noche , también está bien presente, en este caso El Hogrible que la ve de cerca por un asunto de pájaros y la muerte antes de nacer en el hospital de Sara.

El reloj. Antonio López

Jaime y su padre van en metro al aeropuerto para esperar y acompañar a Sara en el camino de vuelta, todavía está reciente la explosión del tren de la muerte en el que murió su hermano. En Tetuán entra La Puerta en el vagón con sus sermones, el metro se detiene en Estrecho con ruido de vajillas rotas. El coche que dejaron en la T4 no ha resultado dañado pero no les dejan recogerlo. Benjamín cree que hemos regresado a la Guerra Civil. Los destrozos de la terminal le recuerdan los bombardeos de los aviones franquistas. A Benjamín no se le escapa que en el taxi Jaime y Sara se agarran de la mano.

Teresa y Benjamín llegan tarde a la cena. Jaime y Sara los reciben con el mismo traje y vestido que usaron el día de Nochebuena en Burgos. A Acacio le molesta la gente que llega tarde. A Benjamín le saca de quicio que Acacio mente a Clarita en la cena. Hay un toma y daca divertido en la cena porque Benjamín saca a colación a Felipe, novio de Juanjo, que sabe que irrita a Acacio y que le remueve los cimientos de su ortodoxia existencial cuando éste le habla de la cicatriz que Clarita le ha visto.

En casa de Acacio y Julieta se comen langostinos en Nochevieja

Todos beben más de la cuenta esa noche mientras esperan a Felipe que no aparece, como si fuera Godot. Julieta llena las copas una y otra vez para intentar que el champán ayude a evitar el enfrentamiento de unos contra otros. La bebida desinhibe y hace aflorar asuntos tabú de los que no se habla, como cuando Teresa echa más leña al fuego del debate hablando de la escasa frecuencia de las relaciones carnales entre parejas octogenarias, sin contar las exteriores. Cuando por fin aparece Felipe, con su mano mutilada el 11M y borracho como una cuba porque ha estado recorriendo los bares de San Fernando toda la tarde, los de la casa ya han dado buena cuenta de unos cuantos langostinos y las botellas de champán.

Acacio y Benjamín ahondan en los temas que saben que hacen daño al oponente. Sara defiende la sexualidad de Juanjo porque éste se lo admitió. Acacio no permite que se trate a su hijo de homosexual porque él nunca lo confesó. Se agarra a que alguna vez dijo que quería ser padre y eso implica atracción heterosexual. Sara anuncia que quieren ser padres pero sin relaciones porque así lo han acordado. Su padre y suegro piensan que o bien se han vuelto locos o es una broma. Sara afirma que el sexo es una construcción artificial y acto social. De hecho la castidad y la masturbación están desprestigiadas: “La dictadura del sexo hace que nadie se enorgullezca de su carencia de interés carnal”.

La llegada de Felipe pone fin a la discusión familiar que se deslizaba por asuntos que no interesan a los cabezas de familia. Llega bastante perjudicado y no quiere comer nada. El resto de la comida ya sólo comen, no hablan. A las doce reparten las uvas, los gorritos y matasuegras. Nadie es capaz de seguir el ritmo de las campanadas comiendo uvas, excepto Julieta. Felipe suda como un pato. Se abrazan unos a otros y se desean feliz año como si despidieran al buque que se llevaba a medio pueblo a América.

Dolor de cabeza el día después

LUNES, 1 DE ENERO DE 2007, AÑO NUEVO

Jaime se despierta medio sonámbulo y resacoso. Recuerda rápidamente que se quedó a dormir en una colchoneta en la misma habitación con Felipe. Sus padres y familiares sintieron un alivio cuando Acacio les llamó para decirles que era conveniente que se quedara en casa debido a su estado lamentable. Ellos ya habían intentado localizarle por teléfono y en ningún sitio les hacían caso porque era Nochevieja.

Jaime siente "una especie de nausea remota"

Acacio se ha levantado temprano, ha recogido la casa y ha salido a la calle a comprar churros y porras. Se dispone a hacer un chocolate que Jaime no prueba. Le propone una partida de ajedrez mientras en la tv echan la misa de Año Nuevo del Papa, el concierto de Viena y los saltos de trampolín de Garmisch Partenkirchen. Jaime lo ve en duermevela, como entre tinieblas. Le entran unas nauseas que le llevan a vomitar. Acacio le propone tratarse su desvío sexual, pero él no piensa que esté enfermo.

Benjamín y Teresa también ven lo mismo por la tele y hablan. Ella le echa en cara que tenga tantos prejuicios: Los austriacos, pedófilos; los cardenales, unos costros y Jaime tiene un problema que se llama Sara. Según sus teorías los hombres odiamos a las mujeres, pero al final caemos en sus brazos. Teresa repone que en su caso no está claro que ella le esclavice y añade que lo peor que puede ocurrir en una pareja es que únicamente sea uno el que quiera. Benjamín huye de casa. Clarita, que ha dormido en casa en medio de sus animales, comparte con ellos la alegría por su llegada. Le cuenta que la cena fue desastrosa, que el besugo se le quemó a Agueda y que se ha echado un novio búlgaro que no cabe por las puertas.

SÁBADO, 6 DE ENERO DE 2007, EPIFANÍA DEL SEÑOR

Queda con Cebrianitos en La Pampa para tomar unos carajillos. Haciendo bueno el dicho que dice que los viejos cuando se juntan hablan de la muerte, Cebrianitos le informa que ha muerto El Francés, “El Hogrible”, al que Córcoles le rompió la cabeza con la llave inglesa por matarle los canarios porque decía que los cantos le contaminaban el de Bergonzi, un canario con pedigrí, un pura sangre campeón de canto. ¡Qué peligrosa es la ornitología! – Piensa Benjamín - . El Hogrible era un tipo raro por: coleccionar cosas inútiles, mandar postales, llevar gafas de sol en invierno, ser socio del Círculo de Lectores o suscribirse a La Razón.

Niña muerta. Antonio López

A Benjamín le preocupa la inapetencia sexual de su hijo. Cebrianitos no entiende que a los treinta y cuatro años no se haya despertado el instinto cuando él a los seis años ya hacía sus pinitos en el asunto, pero lo acepta porque gente más rara ha visto.

A Sara le toca un parto difícil. El niño no tiene posibilidades de vida. Ni siquiera lo intentan reanimar al nacer porque viene con malformaciones horrorosas. Apenas en un suspiro y un bautizo consiste su paso por la vida.

Los paseantes se detienen a observar cómo desmontan los escaparates.


LUNES, 8 DE ENERO DE 2007

El día comienza emborronado y sucio, comienzan las rebajas. Jaime tiene mucha tarea en los escaparates de General Perón, desnudando y vistiendo maniquíes. Desvestidos parecen un harén de cojas y mancas. Su padre aparece radiante con la carta de Putin en ruso. Sin embargo, lo que en realidad le preocupa es su problema con Sara. Jaime le tranquiliza diciéndole que no se preocupe, él es feliz. Tuvo mucha suerte al conocer a Sara a los dieciocho. Benjamín le confiesa a Jaime que ya no lee ni frecuenta la tertulia de los poetas porque cree que lo ven como “un viejo pintoresco”, que se ríen de él. Además Morris padece la enfermedad de la pantalla; le falta concentración para leer más de trece líneas seguidas. Los catorce versos de un soneto ya le parecen cháchara. La charla sobre Literatura les relaja.

El vídeo de hoy se aparta un poco de los que hemos seleccionado en otras oportunidades, pero se hace necesario para dulcificar la tristeza de la novela que va terminando sus últimas páginas.

"Cuando llegues a Madrid, chulona mía
voy a hacerte emperatriz de Lavapies;
y alfombrarte con claveles la Gran Vía,
y a bañarte con vinillo de Jerez."
Agustín Lara




Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

viernes, 25 de marzo de 2011

Papá, cuéntame otra vez



VIENE LA NOCHE. OSCAR ESQUIVIAS

MIÉRCOLES, 27 DE DICIEMBRE DE 2006

Una vez que han dado sepultura al tío cura, Aurelio, nada les retiene ya en Burgos. Cogen billetes para Madrid en el talgo de la tarde. El autor vuelve a utilizar el camino para darnos las claves que engarzan Viene la Noche con las otras dos novelas anteriores de la trilogía. Esquivias recurre al género epistolar para contárnoslo. A través de la carta que Benjamín le escribe al autor, quejándose del tratamiento que ha dado en la novela a algunos personajes reales que él conoció, nos enteramos de sus orígenes en la ciudad de Burgos, de su rapidez de lectura y de su excelente prosa, modelo de concisión y corrección. La carta le sirve también al autor para dar a conocer las críticas recibidas por la utilización de personajes reales por parte de personas allegadas y que aquí pone en la pluma de Benjamín. De esta manera tan ingeniosa el propio Oscar se ahorra el engorroso trabajo de dar explicaciones una y otra vez sobre las mismas cosas.

Al mismo tiempo, estas líneas son suficientes para trazar las vivencias de la generación que se extingue, que vivió la Guerra Civil de muy joven y por lo tanto sufridores por partida doble, tanto de la contienda como de la victoria que no se supo gestionar con generosidad para los perdedores de ambos bandos, porque a nadie he oído comentar que ganara algo con aquel infierno de horror, con excepción de los fanáticos que nunca faltan como si fueran un dolor de cuello persistente. La misiva le sirve al autor para llenar el hueco que había dejado con el salto en el tiempo de las primeras novelas a ésta. Nos enteramos así del destino de algunos personajes reales de las dos primeras novelas y de la lucha por la vida de una generación que tuvo que tirar para adelante con trabajos de sol a sol que sólo les permitía malvivir en medio de tantas privaciones y miseria.

Agustí Centelles

Benjamín y Jaime se pasan por la residencia de curas jubilados para recoger las cosas de don Aurelio. Las sotanas y abrigos del armario, desgastados por el uso, atufan a viejo, al olor característico de las residencias de la tercera edad. Jaime se queda con unas fotos amarillas de tiempo. Ya no recordaba que se las hubieran hecho en los veranos que de niño visitaba a su tío. Poco más de provecho, a excepción de unos cuantos libros religiosos, se podía sacar de la austeridad de aquella habitación.

Se vuelven a Madrid en el Talgo de la tarde. Benjamín le da a Jaime una carta que le ha escrito al autor, Oscar Esquivias, sobre las dos primeras novelas de la trilogía que acaba de leer. Se trata de un manojo de folios manuscritos sobre los que le pide opinión y que se los pase a ordenador. En ellos dice que le escribe por un deber moral. Ya sabe que ha recibido varios premios por sus novelas. Se muestra disgustado, más por el trato que da a personas que cita en sus novelas que por el estilo, el cual se considera incapacitado para juzgar. Le molestan, sobre todas las cosas, las calumnias gratuitas vertidas sobre alguien que no conoce. Por otra parte, no cree tener ya tiempo de comprobar el improbable cambio de actitud con relación a la tercera parte de la trilogía, sin reparar en que es el protagonista más importante de la misma. Bastante ha sufrido ya con las ochocientas páginas de las dos novelas primeras.

Agustí Centelles

Destaca las inexactitudes con el personaje representado por don Cosme Herrera, muerto dos meses antes del comienzo de la guerra. Aprovecha para presentarse a sí mismo. Su padre, al que no conoció, era veterano mutilado de la Guerra de Filipinas. Como consecuencia de su invalidez, trabajó de recadero en el Hospital Militar a cambio de un magro salario, con lo que a su madre no le quedó otro remedio que trabajar, lavando y cosiendo para los militares y los curas. En mayo del 36 se marcharon a Madrid. Su madre se vuelve a casar con Modesto, burgalés de Villarcayo, que tenía una tintorería que es la que Benjamín hereda. Le aclara que gracias a don Cosme, sus dos hermanos consiguieron una beca para entrar en el seminario. Aurelio cantó misa en marzo del 36 y fue destinado en un pueblecito al lado de Roa. Añade que puede contarle cosas positivas de todos los citados: Dávila, el Padre Zamora que le daba una moneda cada vez que su madre le mandaba a entregarle la ropa, Paisán…

Benjamín Tobes es de todo: católico, socialista, antifranquista, anticomunista...


Continúa relatándole que para conocer el infierno no es necesario inventarse historias raras. Él sabe de primera mano en qué consiste porque pasó tres años de Guerra Civil en Madrid. A los catorce años ya lo enrolaron de artillero, después fue destinado a Tenerife y allí se alistó de voluntario en la División Azul. Participó en la batalla de Leningrado. Allí coincidió con el comandante Paisán y el padre Zamora. Los cuatro años en el ejército y la vuelta a Madrid le vacunaron de toda simpatía por el franquismo y el comunismo. Él se siente obrero. Fue de los primeros que se organizaron en la HOAC durante el franquismo. Después se salió porque los del FELIPE eran intelectuales y raros; además, mezclaban la religión con la política.

Su infierno particular comenzó el uno de noviembre del 36 cuando los milicianos detuvieron a su padrastro, su hermano Benito y su amigo Gorostiaga por llevar crucifijo. Los fusilaron al día siguiente. Benjamín se siente particularmente molesto con el tratamiento que el autor le da Gorostiza. Le inventa su orientación sexual. Le sugiere que si otra vez quiere utilizar personajes reales, utilice a sus propios familiares. A Benjamín los libros le parecen repugnantes desde el punto de vista moral. Las blasfemias le ofenden. ¿Por qué no se las dedica a Mahoma? En la posdata le dice que para la próxima se documente mejor porque en El Espolón no había ni palomas, ni olmos. El alcalde de entonces se llamaba García García Lozano y entonces se decía “confesonario”. No quiere meterse en asuntos menores, pero no puede pasarse sin abroncar al editor por la abundancia de faltas de ortografía y acentos mal puestos. Además, no le parece bien que sus personajes no sueñen. Le recomienda que lea a Galdós o a Victor Hugo para aprender. Lo que más lamenta de todo es que las noveluchas le hayan recordado algo que tenía olvidado por pura supervivencia; no le apetece hablar de ello.

JUEVES, 28 DE DICIEMBRE DE 2006

Benjamín no ha dormido bien. Se ha levantado como resacoso a pesar de no haber probado el alcohol el día anterior. Mira embelesado cómo gira la lavadora. Está cansado. Comienza a leer Historia de dos Ciudades de Dickens: “Era el mejor de los tiempos. Era el peor de los tiempos”. Como no le parece un comienzo lógico, cierra el libro.

Como a Teresa le parece extraño que no salga de casa esa mañana, le propone ir de compras. Tienen pendiente el regalo para sus consuegros. A Benjamín las comidas en casa de Acacio y Julieta le parecen “otro aquelarre en la comisaría de Tontacio”. Se convence de que el búcaro de la peruana Dori es suficiente regalo. Cuando se disponen a hablar en la camilla, Benjamín se levanta, se coloca el abrigo y se va a la biblioteca. Ya en la calle, saluda a Magali que no le responde. Sus pasos le dirigen a “la balsa de la medusa”, pero aún se siente ofendido por la presencia de Clarita en el concierto del mesías participativo. Al ver a los poetas a la puerta de la Biblioteca da media vuelta, prefiere estar solo. En casa hay una nota de Teresa que se ha ido a comer con las amigas. Se entretiene en tachar Inquietud en el Paraíso con una regla. Jaime le trae la carta mecanografiada. Cinco folios ha ocupado el testamento. La firma y le pide a Jaime que la eche certificada. Él la echará en la oficina del aeropuerto. Tiene pensado acompañar a Sara que va a Barcelona al congreso de “callejoneras”. Las llama así porque dulcifican el lenguaje evitando el uso palabras soeces. (O sea, le molesta una cosa y la contraria porque antes le ha echado también en cara a Esquivias el uso de blasfemias).

SÁBADO, 30 DE DICIEMBRE DE 2006

Jaime trabaja en las oficinas que Andros tiene en General Perón. Desde ellas se dirigen las tiendas del emporio. Ha diseñado los escaparates de la campaña de rebajas y ha quedado para enseñárselo al jefe. La T4 ha saltado por los aires y no se ha enterado. Al día siguiente Sara regresa de Barcelona y el aeropuerto está cerrado.

"Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa"
Ismael Serrano




Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

martes, 22 de marzo de 2011

Habla popular de Lumbrales (78)


Durante

Después

Cuando las palabras ya no sirven de nada, hay que ponerse manos a la obra. Eso es lo que han hecho los dos pasados fines de semana los socios de la organización: Todavía, Asociación de frontera.


Razón en el enlace: Fotos de Jaime Grandes


Estripaterrones: Insulto. Se le adjudica a la persona que tiene pocos alcances.
DRAE: Destripaterrones: 1. m. despect. coloq. Gañán o jornalero que cava o ara la tierra.
1. m. coloq. Hombre tosco, cazurro.
No está en el DCT.

Estrófago: Cuando se dice que algo es de estrófago es que es de mucho uso o una persona que tiene fuerza, vigor y mucha energía.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Estronchar: Romper, descoyuntar, quebrar. “En lugar de serrar la gaja con la sierra pudieron estroncharlo con las manos”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Estrumpir: Reventar, estallar.
DRAE: 1. intr. Sal. Hacer explosión, estallar, meter ruido.
No está en el DCT.

Exento: Entero. “Al sacar el lomo del marrano hay que tener cuidado con el cuchillo para sacarlo exento, sin javechás.”
DRAE: 3. adj. Aislado, independiente. Columna exenta.
DCT:
BDE: 1438. Del latín exemptus. Propte. Participio de eximere: “sacar fuera”

F

Faldumento: Faldulario. Ropa desproporcionada para la persona que la lleva. "Estaba muy mal aparejá, con aquel faldumento que llevaba".
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Falto: Medio tonto. “Ese muchacho debe estar algo falto”.
DRAE: 3. adj. And., El Salv. y Hond. Tonto o medio tonto.
DCT: Disminuido físico.
BDE: 1595

Faltriquera: Pequeña bolsa de tela que se usaba para guardar el dinero, que solía ir por dentro de la ropa. La llevaban los labradores y ganaderos cuando iban a las ferias. En el traje de charra, la faltriquera es como un pequeño bolsito que se lleva encima del manteo y en ella va prendido el pañuelo. “Es un pequeño "bolsito" que se lleva encima del manteo en la parte dcha. Es de la misma tela de éste. Se adorna con un pequeño pañuelo de bolillos o de gancho fino. Va bordado a juego con el manteo”.
DRAE: 2. f. Bolsillo que se atan las mujeres a la cintura y llevan colgando debajo del vestido o delantal.
DCT: mismo significado.
BDE: 1570. Es alteración de las formas antiguas y dialectales faldiquera, 1570, y faldriquera, 1563, derivadas de faldica, forma diminutiva y amanerada de falda. Al principio el adjetivo faldiquero significó “mujeriego, pegado a las faldas de la mujer”, y se aplicó a la faltriquera que era sólo la bolsita que se ataban las mujeres del pueblo a la cintura y llevaban debajo de las faldas.

Fanega: Medida de capacidad, de aproximadamente 43.5 kg de peso, si es de trigo, y 31 kg si es de cebada. En correspondencia con la fanega de capacidad, está la fanega de tierra, en otros lugares de la provincia denominada huebra o güebra, medida de extensión (4472 m2, aproximadamente). Siempre se dice en Lumbrales que una hectárea hace dos fanegas y cuartilla. La productividad de una tierra o una cosecha venía expresada por la relación entre fanegas sembradas y fanegas cosechadas; también por la relación entre fanegas de extensión y fanegas recolectadas. Originalmente se venía a sembrar una fanega de trigo por fanega de extensión: de ahí la correspondencia del vocablo. Esta proporción se ajustaba al alza o a la baja según la fertilidad del terreno y según el tipo de grano. Actualmente con la llegada de la maquinaria, la cantidad que se siembra es mayor que en el pasado. En Lumbrales existe el dicho: “Simiente rala, no acostala.”
DRAE:
DCT: Medida de capacidad para áridos que equivale a doce celemines o cuatro cuartales, a unos 43 kgs. Aproximadamente.
Viene a ser la siembra de entre 3.333 a 4.000m cuadrados de terreno, aproximadamente.
BDE: 1191. Del árabe faniqa “saco grande, costal”, “fanega, medida de capacidad equivalente al contenido de un saco”.

Fardela: Bolsa o talega más grande que el fardel.
No está en el DRAE.
DCT: Talega cuya boca se cierra con una cinta o cuerda que llevan pastores o caminantes.

Farinato: Embutido compuesto de pan, ajos, manteca de cerdo, pimentón y sal, especialmente típico en Ciudad Rodrigo que por eso los llaman “ Farinatos”. "Le dieron como desayuno una tajá de farinato y un cuenco de café con leche."
DRAE: 1. m. Sal. Embutido de pan amasado con manteca de cerdo, sal y pimienta.
DCT: mismo significado.

Fatear: 1.- Olfatear los perros. 2.- Despedir olor. “Claro, el perro rastrea, le fatea el conejo”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.



El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.

La foto B/N es de la página de Ricardo

domingo, 20 de marzo de 2011

Ciudad de mis noches

El artista Antonio López observa junto a su mujer la escultura "Noche".



VIENE LA NOCHE. OSCAR ESQUIVIAS
SÁBADO 23 DE DICIEMBRE DE 2006

Hoy nos vamos a detener en la narración del viaje a Burgos de nuestros protagonistas por parejas: primero ellas y al día siguiente ellos. La estancia en la ciudad castellana dura cuatro días que son como un inciso en la novela, pero necesarios para la correcta comprensión de la misma en su relación con las otras dos novelas de la trilogía. El viaje es como un regreso a los orígenes de los protagonistas, al mismo tiempo provocado por la muerte, el otro extremo de la vida, que significa el final del viaje.

Jaime y su padre llevan a Teresa y Sara al intercambiador de Avenida América. Es víspera de Nochebuena y bulle de gente que tira de maletas con ruedas, tan apresurada como si se tratara de la evacuación de Japón. Son gentes que regresan a casa, fieles a la tradicional llamada de la familia por Navidad. Llegan justo a tiempo: apenas han acabado de acomodarse que ya está el autobús en marcha.

Jaime se marcha rápido al ensayo del coro, una vez que ha dejado a Benjamín en la estación de autobuses. Éste compra El País y va rápido a la página de los sorteos a comprobar sus números. Lleva dos números en los que tiene puestas muchas esperanzas porque aparecen en dos novelas de Galdós. Piensa que al menos hay algo que no funciona mal en este país. Para conseguir los números había telefoneado a Hacienda e inmediatamente la señorita le había indicado la dirección en la que podría encontrarlos. Asoció la diligencia de la operación con los billetes de mil pesetas de Galdós. Cuando comprueba que no le ha tocado nada, se siente decepcionado con la Literatura, Galdós y la lotería: le parecía haber encontrado el filón de la suerte. Esa habría sido una mañana ideal para visitar a Clarita, pero ha decidido no volver a su casa en un tiempo porque teme que se enamore de él. En cambio, va a orear el pisazo del Europeo. El día que murió su padre, Córcoles, le dio un sobre con tantos billetes que parecía que le estaba encargando un crimen.

Gran Vía. Antonio López


Les ruega a Cebrianitos y Walter Astorga que estén puntuales al concierto. Su consuegro, Acacio, los lleva en coche. La Puerta, que es un fontanero peruano que los domingos se quita el mono, se pone un traje estilo Al Capone y se coloca en el metro a evangelizar porque dice que en el metropolitano están los pobres, la grey a la que hay que apacentar. Se equivoca si piensa que con hambre se tiene el cuerpo pa evangelios. Le llaman La Puerta porque siempre que empieza un sermón en los vagones del metro empieza: “Yo soy La Puerta, quien entrare por mí será salvo. Y entrará y saldrá y hallará pasto”.

Benjamín suele darse paseos por el metro por ver a las chicas guapas y distraerse. Suele llegar a Ciudad Universitaria para verlas cómo llegan casi en bañador a partir de Mayo. Allí conoce a Walter. Le gusta cómo hilvana sus sermones. Después los compara con los del padre capuchino Urréz en la misa de doce. Piensa que los del peruano están mejor razonados.

Acacio acude puntual a la cita. A Benjamín le parece mal que los policías se jubilen dos lustros o más antes que los demás y pasen a la “reserva activa”, que significa que sólo vuelven a trabajar si hay un golpe de estado, un terremoto, una invasión o una fuga nuclear. El teatro está abarrotado. Falta Morris. Benjamín hace una clasificación de las personas por su comportamiento ante el hecho de llegar tarde a una función y tiene que levantar a toda la fila de asistentes. Algunos, como Jaime, pedirían perdón. Otros, como él mismo, darían las gracias, que son los que actúan con justicia. Teresa daría las gracias y pediría perdón, todo a la vez y varias veces. Acacio es de los que te pisan y ni agradecen, ni piden disculpas. Sara es de las que da igual que digan o no digan porque en el interior hay siempre un: “Que te jodan” . Y los que como Morris: ni piden perdón, ni dan las gracias, ni hostias, que para eso son poetas.

La función es un éxito. La Puerta llora de emoción. Da las gracias hasta a las farolas por la invitación. Clarita también ha ido. Andros, que pertenece al coro, les informa de que han ganado el Concurso de Escaparates con El Tornado de Bragas y hay que celebrarlo. Les invita a champán. Se ponen a tono con poco. Cuando Jaime llega a casa, unas se le van y otras se le vienen. Decide darse un paseo para despejarse. Su padre ve cómo termina en El Arbolito Naranja después de haber dejado a Cebrianitos en casa y ser testigo de cómo La Negra le espera con cara de pocos amigos.

Nochebuena. Antonio López

DOMINGO 24 DE DICIEMBRE DE 2006

Benjamín y Jaime viajan en tren a Burgos. Benjamín no concibe viajar a su ciudad natal si no es en tren. Como si quisiera recordar las veces que de chico se refugiaba en la estación a hacer planes de fuga cada vez que le reñían en casa, que no eran pocas. Sus fugas siempre pasaban por Miranda y Venta de Baños donde las posibilidades se multiplicaban al ritmo de las direcciones distintas y cruce de trenes. Jaime le salva del aburrimiento al haber olvidado en casa el libro que tenía pensado leer en el viaje. Si no lee en los viajes de tren, considera que pierde el tiempo. No tolera el movimiento en el espacio sin aprovechar el tiempo a la vez. Como si el cambio de sitio no implicara movimiento en el tiempo. Le da los dos libros de Sara firmados por el escritor sosaina. Esquivias se nos muestra cervantino de nuevo en su apuesta. Aparecen las dos primeras partes de la trilogía. Como la primera parte del Quijote aparece en la segunda. Me encanta la complejidad de esta escena en un tren que los lleva al origen, al lugar de los hechos.

Jaime no tiene la cabeza para muchos trotes. El champán de Andros hace estragos al día siguiente. Benjamín opina que a Acacio le da lo mismo un cocodrilo que una vaca lechera, no tiene libros en casa. Siempre dice que aprendió a jugar al ajedrez de su padre taxista. No está hecho para el ajedrez lento. Sólo le interesa comer fichas, como si fuera el parchís, tiene obsesión con la reina. Aprende frases de Shakespeare que siempre utiliza, porque dice que le dan prestigio: “Ya el invierno de nuestra desventura se ha transformado en un glorioso verano gracias a este sol de York”, “¡Más me valdría ser mísera campesina que gran reina! ¡Siento poca alegría en ser reina de Inglaterra! o el archiconocido: ¡Un caballo, mi reino por un caballo!

Al llegar Sara les informa de que Aurelio está para morir en cualquier momento. Benjamín piensa que ya es hora de que Dios se lo lleve. Hace cinco años que sobrevive como un despojo, encamado como un vegetal; que siente y padece como tal. Un taxi los lleva directamente al hospital. Allí le tienen en una habitación individual, el silencio semeja el recogimiento de una iglesia vacía. A los demás les dice que pueden irse al hotel. Él se queda allí contemplándole hasta que la ecuatoriana que manda el obispado para atenderle de noche
llega.

En otro taxi se va al hotel donde le esperan vestidas de largo para bajar a cenar. Sólo otra pareja en el comedor. Van a Misa del Gallo en San Lesmes, abarrotada: “Aquí se sigue creyendo en Dios, no como en los madriles”. Benjamín pide que se lleve a Aurelio cuanto antes. Jaime no le tiene mucho aprecio al tío cura porque de chico lo mandaban de Madrid a algún pueblo de anchos horizontes. Cuando se murió la tía Benigna que le arreglaba dejo de ir los veranos. Luego se jubiló, enfermó y se fue al asilo. Ya en el hotel, Jaime y Sara caen pronto en un sueño profundo, acompasan la respiración.

LUNES 25 DE DICIEMBRE DE 2006

Como Sara trabaja esa noche, Jaime la acompaña a la estación de autobuses en obras. Ella piensa que a Benjamín le han gustado los libros. Sin embargo, a Jaime le parece raro el silencio. Está seguro de que esconde algún misterio. A Sara le disgusta el trato que Benjamín da a Teresa y a Jaime. A éste no ha llegado a perdonarle los reiterados suspensos para ingresar en la Escuela de Bellas Artes.

Benjamín se debe haber levantado con el pie izquierdo esta mañana de Navidad porque camino del hospital se enzarza con el taxista en una discusión por una cuestión menor. Un apellido que él ha aprendido agudo, pero que la gente lo hace palabra llana. Le molesta que Teresa le hable cuando lee (el libro debe estar interesante). El tío Aurelio ni da ni toma, aunque esta mañana parece más congestionado que el día anterior.

Juanjo era hermano de Sara. Era policía en prácticas. La mañana del 11 de marzo de 2004 volvía a Madrid en el cercanías de la muerte. Había conocido a Felipe y aquella noche la había pasado en su casa en San Fernando de Henares. La explosión le mutiló una mano, le reventó un tímpano y le provocó problemas psicológicos. Ello le supuso perder su trabajo de limpieza del morro del AVE cuando llega a Atocha lleno de cadáveres de voladores incrustados de todos los tamaños, que mueren atropellados por las prisas en llegar.

El agitador de la radio, que incendiaba las mañanas como si estuviéramos en guerra, había convencido a Acacio de la teoría de la conspiración. El PSOE había organizado la masacre para hacerse con el poder tres días más tarde, como si un mal sueño les hubiera trastornado el juicio.

El lavabo. Antonio López

Benjamín se va al servicio para ver si allí encuentra la tranquilidad que la lectura requiere, pero está demasiado oscuro para un octogenario. Le enferman los escritos de mariconeo en las puertas. Cuando regresa a la habitación, ya está Jaime. Le pide que saque a su madre a pasear para que el pueda leer tranquilo.

Dori Cisneros es una visitadora peruana de familiares del hospital que se pasa por las habitaciones consolando a los familiares de los enfermos. Benjamín, que sólo quiere que le dejen leer, le da ochenta Euros para que busque un sitio abierto en la ciudad y le compre un regalito para Acacio. Una señora que parece la muerte en andador con gotero le comenta que Don Aurelio tiene un aspecto desmejorado, quien no se consuela es porque no quiere. Seguidamente Aurelio da un ronquidito y abre los ojos. Benjamín se los cierra con una mano. Llama a la enfermera con el pulsador y llora.

El paseo del cementerio. Antonio López



MARTES 26 DE DICIEMBRE DE 2006

Dan sepultura a Don Aurelio. Le desean que la tierra le sea leve aunque sus despojos no vayan a tocarla porque lo dejan en un nicho elevado que cierran con cemento y ladrillos. (¡Qué solos se quedan los muertos!) Los asistentes se despiden, van a visitar la tumbas de sus familiares y conocidos. Benjamín no puede dormir esa noche, pero no acepta las caricias de Teresa que intenta consolarle. Se levanta y se va a leer al váter. Regresan a Madrid en el talgo de la tarde del día siguiente, pero seguimos el próximo día que esto ya se alargó demasiado.


"Ciudad de mis noches,
del viento del pueblo,
de la resistencia,
del "no pasarán",
¿qué hiciste en mi ausencia?
Dime que te acordaste de mí.
Abro los balcones,
te beso, el murmullo de las lavadoras
se mezcla con ritmos,
darbukas, bachatas e incienso.
Maldita ciudad, no es tu mejor momento"
Ismael Serrano




Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

jueves, 17 de marzo de 2011

Cipriano Salcedo regresa donde todo comienza




 
"Sintió un dolor intensísimo, como si le arrancaran la piel a tiras, en las caras internas de los muslos, en todo su cuerpo"


MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO III. EL AUTO DE FE
CAPÍTULO XVII

Miguel Delibes dedica el último y culminante capítulo de su novela a narrar el camino de vuelta de CS a los orígenes. A las cenizas que fertilizan la última morada donde la hierba crece más espesa. Nos narra las últimas doce horas de CS en vida. Se trata de una magistral descripción del ambiente que reina en Valladolid el día 21 de Mayo de 1559 y de los pensamientos y tribulaciones que asaltan a los condenados ante la última hora, provocada por el fanatismo de una época que todo lo invade. Radicalizado, como envenenado por el sentimiento religioso.

Delibes acentúa la narración en tercera persona
en este postrero capítulo, que sólo rompe en los momentos trascendentales en los que se mete en la piel de los condenados para sacar de lo más profundo de sus convicciones su afirmación o su arrepentimiento. De nuevo con gran habilidad nos sorprende concediendo el protagonismo final a Minervina que había desaparecido de la novela y de la vida de CS, hacía veinte años, para que aquélla circulara por los caminos que hemos venido hasta aquí resumiendo durante dieciocho semanas.

En efecto, el patio de la cárcel bulle de actividad aquella mañana del mes de mayo. Familiares de la Inquisición hacen corros mientras esperan la salida de los penitentes de sus celdas. Únicamente a los escasos indultados de los sesenta encarcelados les restan  fuerzas para confraternizar con los carceleros. El resto permanece abatido, aguardan desolados la orden de partida establecida, una hora antes de romper el día.





"Cipriano, mecido por el vaivén del borrico, no sentía calor"

Eugenio Lucas Velazquez

Dato acompaña los últimos momentos de CS. Le hace partícipe de las novedades. Le cuenta todo el ajetreo de esos días en la ciudad,  como si CS fuera uno de los recién llegados en lugar de un condenado. Parecía que el fin del mundo se acercara. Se había prohibido llevar armas durante la celebración del Auto y a los asistentes se les recompensa con cuarenta días de indulgencia. Se calculan en doscientas mil las personas atraídas a la ciudad por el calor de las hogueras en mayo. Habían abarrotado mesones, fondas, calles y alrededores de la villa. El Rey nuestro Señor presidiría el acto. Se había habilitado un estrado en la plaza con capacidad para dos mil personas con precios que oscilaban de diez a veinte reales el asiento.

Los familiares de la Inquisición, que visten sayos de paño como si fuera invierno, se hacen cargo de los reos en el patio de la prisión. Van vestidos con sambenitos, adornados con llamas y diablos estampados y corozas. Cuando a CS le quitan los grilletes, siente un alivio; las piernas ligeras, pero sin fuerzas para moverlas. Aquella reunión es la cruz de la fraternidad que reinaba en el conventículo. Las delaciones e intentos de librarse de la hoguera a costa del prójimo alimentan la hostilidad y el odio entre ellos. El Doctor tenía un aspecto huidizo, encogido sobre sí mismo, como revenido. Carlos de Seso, viejo y claudicante, había perdido su altivo porte. El Bachiller Herrezuelo, amordazado con ojos enloquecidos, fuera de sí. No paraba de blasfemar y cabeceaba todo el rato hasta tirar la coroza. Juan Sánchez, poco cambiado. Era la ventaja de los hombres magros, como momificados: “Entró en prisión con cien años, salía con un siglo”. Los hermanos Cazalla eran los más odiados. Pedro y Beatriz habían delatado a una decena del conventículo.






A las cinco de la mañana, una hora antes de que el sol apunte, la comitiva emprende la marcha. El estandarte de la Inquisición, portado por el Fiscal del Reino a caballo, encabeza la procesión. A continuación, los reos reconciliados con cirios y sambenitos cargando cruces de San Andrés, seguidos del pendón carmesí del Pontificado y la cruz enlutada de la iglesia de San Salvador que precedían a los reos relapsos, condenados a morir en la hoguera. Mezclados entre ellos iban muñecos atados a altas pértigas y el ataúd con los restos desenterrados de doña Leonor de Vivero. Por último, los presos condenados a penas menores, precedían a un grupo de cantores que entonaban el “Vexilla Regis” como si fuera Semana Santa.


 
"La procesión de los reos hubo de detenerse para ceder el paso al séquito real." 

Felipe II. Rubens.
Se abren paso por la calle Orates,  flanqueados por dos densas murallas de gentes que los observan afligidos cual monos de feria. Algunos aprovechaban el anonimato de la multitud para insultarlos. La procesión se detiene, tienen que ceder el paso al Rey, a la Corte con toda la parafernalia y a la Iglesia representada por altos cargos. Llegan a la Plaza que es tablado en una mitad. La otra y las bocacalles adyacentes, abarrotadas de público. Los reos, los relatores de las sentencias y Melchor Cano, que dará el sermón y cerrará el acto, se colocan en diferentes estrados. CS ve cómo pasa Ana Enríquez entre los absueltos. La cárcel ha ahilado su esbeltez. Se cruzan sus miradas. El público escucha en silencio el sermón. Los relatores leen las sentencias escalofriantes y atroces, que la reiteración y la duración convierten en lenta, tediosa rutina que sólo quiebra con los abucheos y aplausos del público.


 
"El pueblo fue abandonando las gradas alborotadamente, los rostros congestionados y sudorosos"

Auto de fe. Francisco Ricci

La relación de sentencias comienza con el Doctor: muerte en el garrote y dado a las llamas. “Ana Enríquez saldrá al cadalso con sambenito y vela, ayunará tres días con tres noches, regresará con hábito a la cárcel y, una vez allí, quedará libre”. CS se siente más irritado por la actitud solícita del Duque de Gandía que por el abucheo de la muchedumbre en contra de la insignificancia de la pena. No habían venido hasta aquí para ver a los herejes marcharse sin castigo severo. Llevan a CS en volandas al púlpito cuando le toca su turno. Su sentencia consiste en la confiscación de bienes y muerte en la hoguera. La multitud brama como un toro malherido al terminarse de pronunciar la sentencia. Carlos de Seso se enfrenta al rey ante la severidad de la pena, pero éste le contesta que si un hijo suyo fuera tan malo como él, no sería necesario verdugo para ejecutar la pena. El obispo de Palencia degrada a los clérigos condenados, los despoja de sus distintivos, los sustituye por sambenitos de llamas y diablos y da por concluido el Auto de Fe.


 
"Los restantes se desplazarán en borriquillos al quemadero, erigido tras la Puerta del Campo, para ser ejecutados"

Puerta del Campo

Los absueltos son conducidos a la cárcel y los condenados, en borricos, llevados al quemadero de la Puerta del Campo. Cuando CS se iba a incorporar al burro, su tío separa al familiar que tira del ronzal y lo coge Minervina en su lugar. Una mirada de cariño se cruza entre ellos al reconocerse. Ella marcha impertérrita entre las murallas de gentes que abarrotan las calles, haciendo oídos sordos a los requiebros e insultos soeces de los recién llegados, con los ojos enrojecidos de la bebida. Los exhortos de Agustín Cazalla, adjurando a última hora de sus creencias y ensalzando la Iglesia de Roma, de nada sirven para calmar los ánimos de la muchedumbre que le llama pelele, hereje e iluminado. CS, que va detrás, recoge los insultos al Doctor. Entran en la Calle Santiago, más abarrotada todavía. Sus ojos cegatosos se envuelven en lágrimas y su mente recorre todos los rincones de los recuerdos buscando a Mina. “¿Sería ella la única persona que había amado?” Ana sólo había sido un proyecto apenas esbozado. La hermandad había salido hecha añicos por el perjurio y las delaciones inútiles. Su vida pasaba por delante como en una película, con sus luces y sombras. La paz que había encontrado leyendo el Beneficio de Cristo, se había derrumbado. Buscaba un gesto, una señal que le indicara el camino correcto. No comprendía el prolongado silencio de Dios.

Un grupo de clérigos rodea a Fray Domingo de Rojas. Necesitan sonsacarle una confesión de repulsa. Sin embargo, sigue pertinaz en la herejía. La amplitud, una vez pasada la Puerta del Campo, permite una circulación más fluida de la procesión. La gente se arremolina junto a los veintiocho postes. En primer lugar los reconciliados, los que serán agarrotados antes de quemados. Luego, los quemados vivos. El gentío se muestra ávido de contemplar el número culminante: la quema de herejes vivos, sus alaridos, contorsiones y visajes entre las llamas. Rostros retorcidos que entrevén el rastro del infierno. Se sienten decepcionados cuando la hoguera la atiza un cuerpo ya muerto por el garrote. CS le pregunta a Minervina al bajar de su caballería: “¿Dónde te metiste, Mina, que no pude encontrarte?" Le invade la certeza de que su desaparición de veinte años le conduce ahora a la hoguera.

 
"El pesado hedor de carne quemada se asentaba sobre el campo"

El corro de sotanas consigue del dominico, Fray Domingo de Rojas, confesión de su herejía. Gana con ello agarrotamiento anterior a la hoguera. Únicamente cuatro son relapsos, quemados vivos por lo tanto: Juan Sánchez, Carlos de Seso, el Bachiller Herrezuelo y CS. El jesuita padre Tablares, que consiguió la confesión del dominico, intenta lo mismo con Cipriano Salcedo. Sus últimas palabras fueron: “Creo en Nuestro Señor Jesucristo y en la Iglesia que lo representa”. “Señor acógeme”, cuando le envolvían enormes llamas. El autor
entrega la última imagen a Minervina, sollozando al lado del verdugo. El pueblo que bramaba al encender la hoguera,  se sobrecogió y enmudeció al ver la entereza, en el fondo decepcionado por el espectáculo mermado. El sollozo de Minervina rompe el silencio del mayo bochornoso cuando la cabeza del ajusticiado cae sobre su pecho y las llamas le queman los ojos.

"And I take the one who finds me back to where it all began
when Jesus was the honeymoon
and Cain was just the man.
And we read from pleasant Bibles that are bound in blood and skin
that the wilderness is gathering
all its children back again. "

Leonard Cohen



Las ilustraciones B/N son de aquí. 

Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.