lunes, 30 de diciembre de 2013

Tengo una bodega llena de ruido





Nunca he estado en Pamplona por San Fermín, ni creo que me echen de menos en vista del gentío que arriesga por correr y sentir cerca los pitones del  toro de casta. Por San Fermín  no me quedo en la cama igual, madrugo a las ocho de la mañana. 


Todo lo que era sólido (5) 
Antonio Muñoz Molina 

Una especie de andancio se desparrama como la peste desde bien pronto entre los nuevos políticos demócratas, se entregan sin condiciones a los gurús vende humo dedicados a la comunicación. De una oficina de prensa gestionada por una persona con sueldo escaso se pasa a los rimbombantes gabinetes de comunicación dedicados a hacer estudios gaseosos de cualquier cosa, a administrar la nada. Se empieza a crear distancia entre el pueblo llano, austero, que cultiva la tierra, que cría ganado, cuida enfermos, transporta mercancías, pone ladrillos, sube al andamio, despieza animales, dirige el tráfico u ordena libros en las bibliotecas y el país de la quimera, del simulacro y de los espejismos. El país de las sectarias televisiones autóctonas dedicadas en exclusiva a sembrar odio y a difundir propaganda, a exaltar a los ciudadanos emborronando las palabras sagradas de patria, tierra y libertad que envenenan las entrañas de la gente. En una palabra, invertir en cainismo, en menospreciar al diferente, despilfarrar el dinero porque nunca ha sobrado para la sanidad pública o para la educación. Qué mal remedio tiene todo esto. 

En lugar de dedicar la riqueza en contratar más personal que aligerara la lentitud de la justicia, se prefirió crear llamativos y pomposos edificios, algunos de ellos inacabados. Cualquiera que haya ido en coche del aeropuerto de Barajas a Madrid habrá podido ver una especie de medio huevo transparente (siempre la trasparencia de las cosas gaseosas), como una burbuja hermética. Es el esqueleto del proyecto de la pretendida ciudad de la justicia, inacabada, ya abandonada, pero no por ello se quedo sin inauguración. En los fastos se gastaron un millón de Euros mientras la justicia se imparte en las covachuelas galdosianas repartidas por todo Madrid. 

Para la mayoría de los líderes lo importante es comunicar bien, pervirtiendo el significado del verbo que ya no es informar de algo a alguien. Adquiere el espesor del engaño, el significado gaseoso del fingimiento o la simulación. Lo importante ya no son los datos concretos y significantes, limpios de polvo y paja del trabajo bien hecho, sino el envoltorio para que entre por los ojos, sin profundizar,  con la finalidad de que no se le vea la coquera. Cuanto más sólida es una sociedad, menos espacio queda para estos individuos que se venden como conseguidores. Los méritos de los logros, en caso de haberlos, siempre están muy repartidos. 

En el extremo opuesto, al amparo de la democracia mal entendida surge la figura del “alcalde despechugado”, “el que por sus cojones trae a las fiestas el artista más famoso y más caro” y gratis. Que escarnece a los “ecologistas que protestan por el martirio de una vaquilla”, en un ejemplo perfecto de perversión del lenguaje, aquí martirio usado para tratar de expresar lo malo de lo peor. Demasiado cuando el máximo perjuicio que se le causa a la vaquilla es un mareo, una molestia o un incordio, siempre  referido a quien no quiera ver algo más. Si darle unos pases a una vaquilla es una inmolación o un martirio, ¿cómo definimos esta imagen cuando ya hemos desgastado las palabras más duras con que contamos en el idioma? Se me ocurre que deberíamos evitar el uso malintencionado de la lengua. 



“Quién se atreverá a disentir desde dentro, a actuar de renegado o traidor y aceptar el ostracismo”- Se pregunta el autor sobre el hecho de objetar o denunciar la barbarie de organizar ruidosos festejos en la calle cuando la autoridad los ha dotado de respetable dignidad. 

No sé a qué festejos se refiere MM “con corridas de toros, con carreras de mozos beodos delante de becerros despavoridos”, o a las “fiestas bárbaras para jolgorio de borrachos”. Tampoco entiendo su interés y obsesión enfermiza en emparejar a los toros bravos con los borrachos de sombra negra. 

Acierta el autor al señalar que los reportajes de las televisiones extranjeras confirman “lo brutos y primitivos y lo exóticos y coloristas que son los españoles”. A los canales de televisión y a los líderes de opinión de los toros bravos solo le interesan las cogidas. Hay que tener la bravura de un Miura de Sevilla para postularse a favor de los toros bravos. Cualquiera que lo haga, debe estar preparado para recibir la descarga de la caballería digital de las organizadas terminales anónimas conectadas a las redes sociales, como le pasó a Toni Cantó cuando defendió al toro bravo en Las Cortes durante la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular taurina el pasado mes de febrero. El linchamiento posterior sufrido por este político en los medios digitales es lo más grosero que yo haya visto. No solo de parte de anónimos, también de gente con nombre, con peso en la política. 

El maltrato animal es un producto que está de moda, que se vende bien y que los políticos imbuidos de hipócrita bondad compran porque da votos. Ya no es tan fácil ver a políticos en una corrida de toros. Por instinto de supervivencia se guardan de ser reconocidos si tienen aspiraciones de ascenso o de ser elegidos para algo, no vaya a ser que los señalen con el dedo del maltrato animal. Al parecer da más votos hacer desaparecer de un plumazo cientos de miles de los animales mejor tratados del mundo animal. Lo raro es que el ganado bravo siga pastando en la piel de toro en vista del ataque tan organizado y despiadado que soporta desde tantos ámbitos. 

Cuenta el autor a continuación cómo se pasó en Granada de la celebración modesta y voluntaria de la fiesta del Corpus y de la Santa Cruz a otra multitudinaria en la ciudad paralela del exterior que se convirtió en un demencial abrevadero popular extramuros, adaptado a bebedores. 

Qué maravilla todo el capítulo vigésimo séptimo. La definición exacta del que se atreve a pensar por su cuenta, del que se mete en líos porque no se calla ante las injusticias. Borda la descripción del aguafiestas, del cenizo incómodo. Es un capítulo de obligada lectura, que no admite resumen, como,  por ejemplo,  cuando hace referencia a la cita de Fernando Savater: “El País Vasco es el único país del mundo en el que existe el derecho no solo a disfrutar de magníficos autobuses de transporte urbano, sino además a quemarlos”. Aguafiestas es quien exige contrapartidas a los derechos cuando se habla de deberes a la hora de estudiar, de disfrutar y respetar lo público etc. 

Una de las cosas que más sorprenden a MM es "la rapidez con que la izquierda pasó del laicismo y del anticlericalismo a una especie de fervor indiscriminado por todos los rituales heredados de la teatralidad militante de la Contrarreforma”. La observación puede ser verdad por ejemplo al hablar de las procesiones de Semana Santa. No porque ellos participen, sino por la permisividad y exquisita libertad que  han observado para que cada cual se manifieste o no, como le venga en gana. Para mí un ejemplo de tolerancia. Decía Galdós: “Prefiero los males de la libertad a los del orden”.

Como se nos terminan los días del calendario de este 2013 nada favorable, ¡Vaya usted con dios! Les deseo Feliz Año que comienza y salud a todos los lectores y amigos que por aquí se acerquen. 

 "What have I done to deserve such a fate
I realize I have left it too late
And so it's true, pride comes before a fall
I'm telling you so that you won't lose all"
The Beatles 




El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Devuelta al remitente, trátame como un tonto





"Felipe me perdona deplorando que en tantos años haya escondido este terrible secreto por miedo a sus rigores"



Episodio Nacional 26 
La Estafeta Romántica (y 7) 
Benito Pérez Galdós 

XXXVI 

Don Beltrán continúa la carta anterior, dispuesto a terminar el cuento que no es tal  aunque lo parezca. La expedición real es recibida con regocijo por los pueblos en su avance hacia Madrid. En algunos se organizan juegos de cañas y corridas de toros. La tropa come en abundancia al no estar la zona centro castigada por la guerra. “La recua clerical y covachuela lo pasó tal cual ese día, pues no hubo para ella buen acomodo, quedándose algunos en cuadras pestíferas y en bodegas obscuras. Pero no faltó vino para todo el parasitismo, con lo que los duelos fueron menos y el quebranto tolerable”. El acercamiento a Madrid es una marcha triunfal. El clero salía a recibirlos, introducían a Su Majestad en las iglesias bajo palio y le entonaban solemnes Te Deum en su honor. Todo apuntaba a que “concluiría la guerra; se inauguraría el reinado de la justicia y la legitimidad, quedando encadenada para siempre la infame hidra de la revolución”. 


 "Fue que a mediados de agosto se sublevaron los oficiales del ejército de Espartero, acantonado en Pozuelo"
  
Las Reinas María Cristina e Isabel II pasando revista a las tropas liberales. 

Museo del Prado. Mariano Fortuny


Una profunda decepción y desesperación se apodera de los expedicionarios cuando corre la voz de que la Regente se ha llamado andana de sus compromisos con los carlistas. Lagrimas de tristeza ruedan por las mejillas de todos cuantos ya estaban preparados para el asalto a los sillones de la capital. Cabrera está que trina, don Beltrán deserta, aprovecha para unirse a unos trajinantes que van a Madrid. A lomos de una mula entra en la capital por la puerta de Atocha desguarnecida. Pilar lo recibe en casa con honores que le parecen dignos de reyes después de las penalidades y apreturas del camino en guerra. Promete que en cuanto dé descanso a su envejecida osamenta, volverá a Villarcayo y allí podrán escuchar sus lances con la Ojalata. 


 "Tantas palabras sonoras y campanudas se me ocurren para maldecir esta endiablada máquina de las sublevaciones militares"

Barricadas en 1837. Grabado de época


Don Beltrán explica el plante de la Regente, María Cristina. Intrigas palaciegas y sublevaciones de militares tejen la política del momento; “Fenómeno histórico que singulariza la España de nuestros días”, señala don Beltrán, que sentencia a continuación: “Es un hecho, es un vicio de la sangre, del cual participamos todos, y con él hemos de vivir hasta que Dios quiera curarnos”. 

El aura popular del Conde de Luchana, su autoridad ante el ejército, “devuelven a la Reina la confianza perdida desde la sargentada” en La Granja de San Ildefonso. El liberalismo y las logias caen. Don Beltrán disfruta en la casa adoptiva de descanso, paz y comodidades las cuales despiertan en él alegría retozona. Se siente romántico de la cepa maleante. “El mundo antiguo y el presente en él se enlazan. Por un lado llora, por otro ríe. Risa y llanto constituyen la vida, y yo no estoy ahora en disposición de llorar”. 



Constitución de 1837


A continuación don Benito juega sus cartas con ventaja y habilidad, cuenta el pasado como si fuera el futuro de la narración. Hace un resumen de gran parte del S. XIX a través de don Beltrán: “Pondrán freno a la libertad de imprenta, convertirán en un papel mojado la reciente Constitución, y este no es más que el primer paso para ir a un régimen de fuerza y autoridad”. Transforma su semblante alegre y se pone fúnebre con el joven romántico: “Cuando llegues al término de la vida, nuestras dos calaveras tendrán un careo gracioso en las honduras de la tierra... y nos reiremos”. Le aconseja que dé el paso con la chica de Castro, que se deje de melindres y repulgos, aunque no sea más que por evitarle la muerte súbita si vence la Urraca de Cintruénigo. 

XXXVII 

 “Felipe me perdona”, exclama por escrito Pilar dirigiéndose a Valvanera con admiración mal disimulada. Felipe decreta su libertad y le permite que se vaya a vivir fuera de Madrid. Ella se recrimina no haber comprendido la grandeza de Felipe, pero considera que no es culpa exclusiva suya, las almas desvirtuadas por el artificio social solo se revelan cuando se ven sacudidas por un cataclismo. Confiesa que ha sufrido inmensamente al ver su resignación y calma. Todo lo que ha percibido; su salud quebrantada y envejecimiento acelerado, lo ha visto de lejos y al acecho, no ha mediado una sola palabra entre ellos. Y ya no ha habido más tiempo: Él, confinado en la Encomienda, ella con su padre, don Beltrán, al que ha atendido como mejor ha podido, siguiendo su consejo. En cuanto se reponga,  lo manda a Villarcayo. 

Felipe la perdona. Siente que el silencio haya malogrado el matrimonio alzando entre los dos “una muralla de recelo, y confinándonos una y otro en triste soledad”. Le concede la libertad, pero le impone la obligación de residir en el palacete de Madrid para evitar los inconvenientes de una brusca separación. El vivirá en la Encomienda hasta bien entrado el invierno. En primavera derriban el palacete para construir viviendas en el solar. El vivirá en otro, ella donde quiera. Mejor fuera de Madrid. 

En este momento lo relevante, el interés para la historia reside en que Fernando pida la mano de Demetria, que  Pedro Hillo ayude en la faena y que don Beltrán aclare quién es Fernando ahora, después de la herencia. 


"Tratándose de un hecho irremediable, y sin atenuar mi enorme falta, no hay más remedio que bajar ante él la cabeza". 


XXXVIII 

Fernando le escribe una carta breve y rápida a su madre, con el pie en el estribo a punto de partir, acompañado de Pedro Hillo. Le ofrece lo más preciado que tiene, su existencia, como intento de compensación de todos los padecimientos y amarguras sufridos. Aspira a que su conducta intachable le otorgue el aprecio de la gente al no poder ofrecer claridad ni profundidad de linaje, solo la oscuridad del nombre. Manifiesta sus deseos de vivir, de agradarla en todo y tener salud para dar felicidad a la que tanto ha sufrido por él. La luz de la madre arde en su interior iluminando las estancias oscuras de su corazón romántico. Le pide calma en el asunto de Demetria, no conviene precipitar los acontecimientos hasta comprobar los sentimientos que hacia él aloja la familia. De momento promete reanudar la amistad con las señoritas, no quiere ser rival del pretendiente de la diosa, Marqués de Sariñan. 

XXXIX 

En un correo urgente, en un propio, manda Valvanera la carta para advertir a Pedro Hillo, sin que Fernando se entere, de que don Zoilo Arratia se ha presentado en Villarcayo preguntando por Fernando. Propone amistad y buena relación, pero al mismo tiempo amenaza: “Si D. Fernando no quisiera las paces, en la guerra me encontrará”. Le advierte de que tenga cuidado con el “maldito bilbaíno”. Añade Galdós de esta manera más incertidumbre al cuento ahora que se acaba. Se complica la trama con los líos de Bilbao. 

XL 

Ruge Cintruénigo contra Villarcayo y Madrid. Juana Teresa contra la alianza de su cuñada Valvanera y su media hermana Pilar: “Cuartel general de las intrigas fraguadas contra mi hijo”. “¡Si creerá Pilar que a mí me engaña! Sus enredos vienen a mi conocimiento sin que yo los busque, y a poquito que yo extienda mi tela de araña, cojo a la pobre mosca y la devoro”. 




 "Murió el año trece al pasar a caballo un río de nombre muy enrevesado"

"Death of Prince Jozef Poniatowski", prior to 1830, oil on canvas, private collection.

Juana Teresa contraataca por el lado del chismorreo, ha indagado en la correspondencia antigua de don Beltrán y ha descubierto una atractiva historia de romance de príncipe y cigarrera. Resulta que Pilar se dejaba cortejar por el príncipe polaco destronado de nombre endiablado de escribir, José Poniatowsky. No quiere que piense que es cruel por sacar trapos sucios, historias olvidadas de hace siglos y no hacer suyo el dicho: “A tanta lejanía, algo de indulgencia”. El príncipe muere en 1813. Se muestra dispuesta al olvido de esos años de locura romántica siempre y cuando ella sea comedida y no le cierre el camino a las pretensiones con la chica de La Guardia: “por Dios, que no me pise, porque al sentir el ultraje y el pisotón, me revuelvo y clavo el diente... no lo puedo remediar...” 

Admirable la forma que el autor tiene de dejarnos con la miel en los labios y dejarse la sorpresa para el final. Desvela el origen de la procedencia de Fernando, pero abre otro misterio que nos empuja a seguirle la pista en un nuevo Episodio Nacional. 


  Well tell him I was calling just to wish him well
Let me leave my number - heartbreak hotel
Oh love me tender - baby don't be cruel
Return to sender - treat me like a fool
Mark Knopfler 

 




El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


lunes, 23 de diciembre de 2013

Dame el dinero, es todo lo que quiero





"La abundancia de dinero fue inundación cuando a principios de siglo ingresamos en la moneda única y fluyó el crédito barato"


Todo lo que era sólido (4) 
Antonio Muñoz Molina 

A finales de los setenta y principio de los ochenta era difícil conocer a alguien que tuviera mucho dinero. La gente era mucho más pobre que ahora. A lo que aspiraba un licenciado en letras era a trabajar de profesor de instituto o a sacar unas oposiciones de funcionario de categoría media. MM vive como auxiliar administrativo del Ayuntamiento de Granada la llegada de la hoja de firmas al principio y al final de la jornada laboral para controlar la asistencia al trabajo. Los políticos municipales tenían otros trabajos. La dedicación a la política era coyuntural, cuando cumplían el compromiso adquirido con sus electores, regresaban a los trabajos de los que partieron. Algunos no los dejaban, compartían las obligaciones laborales y públicas. Las máquinas de escribir eran mecánicas, de calco. Una eléctrica era un lujo, la única que había en el Ayuntamiento la tenía la secretaria del alcalde. Los sueldos eran magros. Los operarios solían desquitarse diciendo: “Ellos fingen que nos pagan, nosotros que trabajamos”. 

A mediados de los ochenta se moderniza el sistema de recaudación fiscal y llegan los fondos europeos. De repente hay dinero de sobra en los ayuntamientos. Los alcaldes se las arreglan para suprimir las trabas burocráticas, los controles de los altos funcionarios. Como consecuencia manejan el dinero a su antojo. Este descontrol fue clave para que la corrupción se instalara y pudieran despilfarrar sin rendir cuentas, todo dentro de la legalidad. He aquí uno de los defectos del periodo de la Transición: “La incapacidad de crear una administración pública profesional, solvente, atractiva como oportunidad de trabajo y progreso personal, austera, ajena a la política y a los vaivenes electorales, escrupulosamente sujeta a la ley”. 

Es difícil que en todo libro no haya algo de autobiográfico. Una de las razones más convincentes por las que el ensayo ha estado acompañado por el éxito desde su publicación es que sus postulados en todo momento están apoyados por ejemplos o vivencias personales. Es difícil estar en desacuerdo con unos enunciados que cuentan con el aval de la experiencia personal, con lo que uno ha vivido, sufrido o disfrutado. 


"Los nuevos cargos aspiran sobre todo a borrar la huella de los anteriores; el dinero y el esfuerzo gastados se vuelve esteril"


En 1982 MM gana unas oposiciones de auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de Granada, seguramente pensado en un primer momento como algo transitorio, para ir tirando, con miras a entrar en el cuerpo de Profesores de Enseñanza Media en el mientras tanto. Por un poco más del sueldo base (equivalente a 171 Euros de la época al mes) podía desarrollar su capacidades en “Mecanografía, cálculo sencillo y despacho de correspondencia”. En realidad su tarea consistía en organizar conciertos y programar exposiciones y funciones teatrales. Escribir era su auténtica vocación y a ello dedicaba las tardes. Vive desde dentro la llegada del dinero a la Administración, los sueldos para los alcaldes, las liberaciones a jornada completa de concejales y el asalto de los nuevos ejecutivos de nombre ampuloso como gerentes de área, asesores o directores de gabinete cuyo nombre los ungía por arte de magia de una seriedad patricia, de gravedad de tonsurado. 

Los nuevos inquilinos demócratas que llegan a las instituciones se hacen cargo de ellas sin haberlas reformado por dentro. Se olvidan de la carrera administrativa prometida. Continúan vigentes los escasos mecanismos de control de legalidad que existían en el franquismo. Las solicitudes había que entregarlas con pólizas compradas en los estancos regentados por viudas o descendientes de mutilados de los vencedores de la Guerra Civil. Era obligatorio que una solicitud fuera rematada con el preceptivo: “Dios guarde a Su Ilustrísima muchos años”. 

Cuando la primera oleada de políticos demócratas llega a los Ayuntamientos en 1979, no solo encuentran la miseria física de los edificios con paredes llenas de esbarrancones, resultas de las arcas vacías. También hay demócratas emboscados, quintacolumnistas resistentes y competentes en los niveles básicos de la Administración del Estado, Ayuntamientos y Diputaciones provinciales para “limitar el poder arbitrario de los caciques territoriales”. Eran los secretarios, depositarios e interventores. Los alcaldes no podían destituirlos ni cambiarlos. Significaban una rémora, un entorpecimiento para las prisas que traían de ponerlo todo patas arriba. En lugar de construir una nueva legalidad democrática, sustituyeron las leyes por otras que les sirvieran para poder actuar al margen de las primeras. 



 "En los márgenes de la administración empezaron a crecer organismos híbridos que ya no estaban sometidos a los antiguos controles"

A los funcionarios antiguos, no dóciles políticamente, los apartan de puestos de responsabilidad. Nombran a otros más pastueños y serviles que se vuelcan con el líder que les paga el sueldo. Como consecuencia,  se produce una inundación de afines. De aquí a la dejadez solo hay un paso cuando compruebas que hacer el trabajo bien o mal importa un ardite, lo que realmente les interesa es que los serviles rindan pleitesía. Hacer bien el trabajo significa el rechazo de los mediocres. 

Así fue el origen, así se instaló la corrupción en España, contado por quien lo vivió desde dentro. Explicado con una claridad y limpieza meridianas. Buena gana de hablar de la calidad literaria indudable que atesora el ensayo. 

En enero de 2002 entramos en la zona Euro. En septiembre de 2001 se desploman las Torres Gemelas de NY como apenas un lustro más tarde se desmorona la economía española dejando en la calle a seis millones de trabajadores. Los bancos europeos no regalaban el dinero que entraba a paladas en España, lo prestaban a interés barato porque a ellos les resultaba aún más barato pedirlo prestado en los mercados. Una deuda se pagaba pidiendo otro préstamo, lo que creaba más deuda. 

"Hacían falta diseñadores de relumbrón para crear logotipos e identidades corporativas, incluso nombres adecuados para las empresas"

Poco tardan algunos clandestinos recién salidos de las catacumbas en frecuentar restoranes de lujo, campos de golf, puertos deportivos y monterías de caza mayor. Los políticos de la administración local se las arreglan para romper las tediosas trabas burocráticas mediante la creación de chiringuitos en los márgenes de la administración como fundaciones, patronatos, consorcios o comisiones encargados de gestionar desde el suministro de agua a la construcción de viviendas de protección oficial pasando por la organización de fiestas. 

Brotan las covachuelas como las setas en las distintas comunidades autónomas. En paralelo,  urge levantar nuevos edificios o proceder a costosas restauraciones de edificios antiguos para alojarlas, algo que las diferencie de la caspa de los vetustos edificios franquista. Se contratan arquitectos amigos y diseñadores de relumbrón para crear logotipos que distingan. Hay carrera por diferenciarse. Lo único requerido son contactos con políticos. Las únicas carreras administrativas que cuentan son los amigos, la confianza política. Los que medran en la nueva situación son los que simulan que hacen algo, los que dedican el tiempo a dar puñaladas por la espalda, a aplastar al disidente. Esos fueron los mimbres con los que se tejió y esa es la administración que tenemos: un tejido clientelar formado por parientes, amigos, enchufados puestos a dedo por políticos de los partidos gobernantes u otras instituciones. Un peso muerto de incompetencia, una lápida que lastra el desarrollo del cualquier país y lo hunde en la miseria.


"The best things in life are free
But you can keep them for the birds and bees
Now give me money (that's what I want)
That's what I want (that's what I want)
That's what I want only (that's what I want)
That's what I want (that's what I want)"
The Beatles




El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

El mundo me trata mal, ¡qué desgracia!




"Su silencio me duele tanto como mi culpa"




Episodio Nacional 26 
La Estafeta Romántica (6) 
Benito Pérez Galdós 

XXXI 

Esta carta es respuesta al aluvión de homilías que durante los meses críticos de agosto y septiembre Pilar dirige desde Madrid a su amiga Valvanera en Villarcayo para hacerla partícipe del abandono definitivo de la simulación en su matrimonio. Como las diligencias o carreras de postas debían ser lentas y no del todo fiables en estado de guerra, Valvanera no había recibido aún las últimas nuevas del proceso de desengaño emprendido por Pilar y Felipe, bien conocidas por los lectores. Por eso parece una carta a trasmano y prescindible que no dice nada nuevo. Podemos considerarla como un descansillo, necesario para coger nuevo impulso con el foco puesto en la resolución de la historia que encara el tramo final. Le recomienda que “encierres con cien llaves tu romanticismo, todo ese imaginar insano que debes a las lecturas continuas, al hábito de vivir dentro del misterio, a esa fatalidad de tener drama oculto, vida de novela por dentro”. Que se encomiende a Dios porque le ayudará a enlazar el pecado y la virtud mediante un eslabón de oro entre los hierros de su condena. Le aconseja asimismo que quiera a Felipe ya que las espinas de su carácter no son profundas, están en la superficie, su corazón rebosa nobleza. 

Valvanera informa de que la presencia de don Pedro Hillo en la casa de Villarcayo es positiva para el estado de ánimo de Fernando. También le notifica que su padre, don Beltrán, ha dado señales de vida desde Albarracín y le advierte de que seguramente vaya a Madrid como parte de la corte carlista que acompaña los pasos del aspirante a Rey,  don Carlos Isidro. Le aconseja que si aparece, lo agasaje porque será de ayuda para la causa. Para despedirse, toca madera; el tuerto parece que ha decidido cambiar la dirección de su mirada: aunque parezca raro, los cinco hijos todos sanos. 



 Diligencias listas para salir en la antigua Casa de Postas de la Plaza Mayor de Salamanca

XXXII 

Después del receso de la carta anterior que permite enterarnos de las noticias de Villarcayo, volvemos con la remitente de Madrid que es donde se cuece el cogollo de la historia con sus avances y retrocesos. 

Dos días después de la espantable revelación, Pilar entra en un proceso de ansiedad provocado por el silencio de Felipe, que vive aislado al otro lado de la casona, sin contacto entre ellos, sin verse ni hablarse: “Ni me habla, ni me mira, ni me injuria, ni me mata, ni me perdona”. Otros dos días más tarde confiesa que no aguanta más la cárcel de silencio y soledad. Prefiere mil veces una tormenta de gritos y reproches a la indiferencia con que la castiga. Cortina le recomienda que se vaya a Carabanchel con una tía suya. Mientras tanto le propondrá a Felipe que haga lo propio en la Encomienda. Ella acepta de buena gana la propuesta. Calcula que cualquier cosa que la saque de la atmósfera de presidio y panteón que la rodea, le ayudará a componer su nueva actitud ante la vida. 


 "Mi alma se consume en una ansiedad monótona y sin accidentes"

La novia encerrada viva
Museo Romántico de Madrid

XXXIII 

Galdós sigue con el formato de diario que tiene como objetivo mostrarnos la evolución desmenuzada del retiro de Pilar en Carabanchel, las consecuencias de su punto final a la simulación y las subidas y bajadas de ánimo que la acompañan. Su tía Consuelo ayuda a que las penas que conlleva la explosión de libertad se suavicen en la burbuja impermeable de su finca. Aspira a que su sobrina sea feliz como la presunta felicidad de los peces  entre la estrechez transparente de las paredes de una pecera. Recibe visita de literatos y libreros que le sugieren títulos para preparar una caja de libros con destino a Villarcayo. Salamanca trae papeles para firmar en relación con la herencia de Fernando. Siempre preocupada por el qué dirán, afirma: “Ya no puede decir nadie que sólo tiene de caballero la figura, la ilustración y los modales”. Con la sospecha de que algo le ocultan, decide presentarse de incógnito en su casa de Madrid. No se puede creer que persista la atmósfera fúnebre que dejó. Pero lo que ve con sus propios ojos le hiela el corazón, es peor que lo imaginado. La visión a escondidas de Felipe, veinte años envejecido, como un alma en pena en busca de la idea de su mujer, le sume en una profunda melancolía y desesperación. Huye de la visión fantasmal. Llora lágrimas de amargura. Comienza a desvariar: “¿Será esto romanticismo? Sólo sé que es verdad. Y la verdad romántica es la revolución desencadenada en nuestras almas, el pueblo que se encrespa, los tronos que caen, la pequeñez volviéndose grandeza... No sé lo que digo. Comienzo a desvariar, y suspendo mi escritura. Me tengo miedo”. Hundida se acusa: “Estoy loca. Sólo sé sentir; pensar no puedo”. 




"Recelaba el fiero cabecilla que la aproximación a Madrid era un movimiento político antes que militar y que corríamos a un desenlace de comedia de figurón". 

 Expedición real a las puertas de Madrid
Biblioteca Nacional. Madrid


XXXIV 

Desde Herrera de los Navarros don Beltrán agradece con generosidad desmedida la prontitud de la respuesta a otra suya anterior, sobre todo reconoce el beneficio que otorga el dinero en tiempos conflictivos en que la supervivencia es un triunfo. Señala que está bien, pero que ha pasado las de Caín: apreturas, hambres, fatigas y sustos. Gracias a la amistad que le une al Infante don Sebastián María Gabriel, sigue a la corte carlista camino de Madrid. El día anterior ha habido una escaramuza con los facciosos mandados por Buerens con resultado de grandes pérdidas para ellos. El camino a Madrid, expedito. Ahora parece que de veras, “que están las cosas bien amasadas para que la discordia de las dos ramas tenga un término dichoso, y se ataje este río de sangre que en todas las partes de la madre patria brota por las crueles heridas de la guerra”. 

XXXV 

Galdós utiliza al anciano aventurero don Beltrán para contarnos la horrible y escabrosa realidad del frente. En efecto, una vez asentado en Madrid, don Beltrán continúa la explicación a Fernando de los fúnebres sucesos históricos vistos desde el lado de la “Ojalata”. Dice que se lo cuenta para que eche una mano en “extirpar la ignorancia, el más grande mal que hay sobre la tierra”. Su amigo italiano, Rapella, que anda en los entresijos del acuerdo de las dos dinastías de borbones contendientes, le ha introducido en la corte trashumante del pretendiente a Rey don Carlos, cuya actuación le está decepcionando, y le ha proporcionado la amistad del infante Sebastián. Del pretendiente anota: “El hombre no sabe ser guerrero ni político, ni posee el arte de tratar a las personas cuyo concurso anhela”. Le pronostica que no calentará el trono si en él llega a sentarse. Llama la atención el pacifismo en un hombre que se ha apuntado a la guerra de forma voluntaria: para él la guerra no es ningún arte sino “una demencia sin brillo y un pugilato salvaje”. Se figura que este periodo aciago de la historia se envolverá “en una espesa capa de silencio, y las generaciones echarán capa sobre capa, hasta erigir en honor de la guerra civil, de sucesión o como quiera llamársela, el grandioso monumento del olvido”. 


 "La incorporación de Cabrera me fue muy grata,  porque en él  he visto siempre un caudillo de verdad"

El futuro no presenta buena pinta: “Los liberales no tienen cabeza, y la de los facciosos es una cabeza de cartón”. Ve en el sanguinario Cabrera un caudillo de verdad. Don Beltrán resulta ser un golpista que no confía en un rey que mide a los suyos “por la adhesión idolátrica que le manifiestan”. Ambos pretendientes se avienen a un acuerdo al carecer de los apoyos necesarios suficientes para aplastar al adversario. Ven a la Regente secuestrada por algaradas sargentiles, masones y carbonarios liberales. 

El millonario banquero, señor Rostchild, como todo buen potentado, es pragmático, alejado de todo romanticismo, no abrirá la caja hasta “que vea claro cómo termina el grave pleito entre la revolución y la Monarquía en España”. Don Beltrán promete continuar la larga homilía al día siguiente. Se ofrece a ser padrino de la boda que se traen entre manos aunque ruja Cintruénigo. 


The world is treating me bad... Misery
I'm the kind of guy
Who never used to cry
The world is treating me bad... Misery!
I've lost her now for sure
I won't see her no more
It's gonna be a drag... Misery!
The Beatles
  




 Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



sábado, 14 de diciembre de 2013

Porque no pude aguantar el dolor





"Los salones del palacio estaban pintados de blanco y en las paredes colgaban litografías de Joan Miró"


Todo lo que era sólido (3) 
Antonio Muñoz Molina 

En la historia reciente de España hay un momento de inflexión en el que la marcha  de la economía se estanca y empieza a ir de mal en peor. Empezamos a rodar pendiente abajo, incapaces de parar el desplome, continuamos la caída y aún no sabemos dónde pararán los escombros del derrumbe.

Entre el año 1997 y el 2007 el suelo se revaloriza el quinientos por cien porque hay mucha demanda de viviendas. Se hacen casas para media Europa en suelo español. 



"Había dinero para todo. Para abrir nuevos centros del Instituto Cervantes en las ciudades más caras del mundo".

A los billetes de quinientos los llamaban los Binladen porque su aspecto era un enigma, pocos eran los afortunados que los habían visto y tocado; sin embargo, parece ser que circulaban más que en ningún otro país europeo. Cuando Zapatero gana las segundas elecciones en el 2008, la economía crecía al ocho por ciento. Había que ser muy cenizo para hacer caso de la quiebra de los bancos americanos o prestar atención a Irlanda e Islandia entrando en bancarrota. Como consecuencia de la bonanza económica, se expande la lengua, se crean Institutos Cervantes en las zonas más nobles de las ciudades más importantes del mundo. En Brasil se iba a declarar al español obligatorio en los colegios de enseñanza secundaria y se necesitarían numerosos profesores de español. En diciembre de 2004 el presidente del gobierno Rodríguez Zapatero, con su sonrisa a cuestas, recibe a unos cuantos directores del Instituto Cervantes, MM entre ellos, y al futuro ministro y escritor César Antonio Molina en la Moncloa. Las litografías de Miró colgadas de las paredes eran la escueta expresión de la inane modernidad, la marca de identidad del interior. Las distintas estancias se volvían aburridas de puro modernas, asépticas, jóvenes y luminosas; ningún misterio que desvelar. Le sorprende que el presidente no disimule el atractivo de mandar: “Cuando te sientas aquí es cuando tocas de verdad el poder”. 

 Invitan a la comitiva a sentarse a una mesa trasparente de grandes dimensiones. Tenían que dar voces para hablarse unos a otros. La charla gira en torno a temas sin sustancia hasta que el presidente tantea el terreno con una ocurrencia de las suyas. Resulta que está pensando en traer los restos de Machado y de Azaña. MM le contesta con un endecasílabo terminante del propio poeta sevillano: “Solo la tierra en que se muere es nuestra”. Y no se habló más del asunto. 

Había dinero para despilfarrar en colosales edificios, imposibles de mantener para una economía cimentada en arenas movedizas, y de repente no lo hubo. 


"Espacios de tránsito que induzcan a la serenidad y aseguren cuanto antes la orientación"

La primera vez que MM llega a la nueva y flamante T4 fue un día al amanecer de regreso de New York. La hora cambiada y la confusión de un viaje contra el sol, huyendo de su tumba. Cuando uno llega a un aeropuerto,  atontado de un viaje transatlántico, quiere cosas abarcables como la antigua terminal, no la complejidad de la T4 que sobrecoge al viajero con los “techos ondulantes como teclas de acordeón sostenidas por vigas de colores”. 

El paisaje de Madrid es extraño. Uno no acaba de acostumbrarse al cambio de perfil, las cuatro torres gigantes que desentonan en mitad del secarral del centro peninsular, levantadas a marchas forzadas en el solar de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid. Madrid carece de la continuidad de una ciudad paciente, hecha poco a poco, con paciencia de siglos al ritmo pausado del golpeo lento de la maza sobre el cincel de los canteros. 

 “Los que no somos tan jóvenes tenemos la obligación de atestiguar lo que hemos visto con nuestros propios ojos”. Lo rápido que cambió aquella clase política primeriza que se amedrentaba de los bedeles de uniforme cuando los saludaban en Las Cortes. Qué rápido se acomodaron a la moqueta y al coche oficial con chófer. Apenas habían pasado diez años de la llegada de la democracia y un ministro ya señalaba a España como el país del pelotazo: “El país donde uno se puede hacer rico más rápidamente”. Observamos cómo muchos de aquellos conocidos militantes clandestinos fueron apartados a las primeras de cambio, relegados a la irrelevancia o retirados después de una o dos legislaturas. Otros se hicieron profesionales de la política y se jubilaron con pensiones de por vida y cajas fuertes bien repletas de billetes de quinientos que no dejaron huella. Algunos de los veinteañeros que llegaron a la política en 1976 se ungieron de una apostura patricia y alcanzaron la jubilación en la presidencia de consejos de grandes empresas y de Cajas de Ahorro que se arruinaron durante su dirección. 


Durante la Transición se volvieron a llenar las plazas de toros como en los mítines legendarios de la Segunda República

Los primeros años de la recién nacida democracia fueron emocionantes para un amplio sector de la población, sobre todo para aquellos jóvenes interesados en política. Había efervescencia y ganas de participar en algo que todos sabíamos histórico. Los mítines se celebraban en las plazas de toros con los tendidos y el ruedo abarrotados de público, como en aquellos mítines legendarios de la Segunda República que habíamos visto en fotos ajadas por el uso y que el paso del tiempo había vuelto amarillentas. No era raro que algún conocido fuera en alguna lista de las decenas de partidos políticos que representaban al amplio espectro ideológico del momento. Nunca faltaba la sorpresa al descubrir las ideas políticas de gente que no se había significado ni en una dirección ni en otra. Si algo se añora de aquella época en que todo estaba por hacer es el dinamismo de los agentes sociales. Sobre todo al compararlo con los partidos y sindicatos estructurados y anquilosados de ahora, dirigidos desde hace décadas por los mismos políticos, patricios acomodados,   profesionales perpetuos de la política y de la cosa pública. 

Tampoco el paseo por aquellos años en que se respiraba libertad fue un camino de rosas. Eran años de plomo para los terroristas, empeñados en torcer la libertad recién ganada con atentados y muertos casi a diario, la democracia se estaba inventando cada día bajo la presión de las bombas y la vigilancia del ruido de sables en los cuarteles. 

Fueron años muy estimulantes para la creación literaria, cultural y musical  porque el porvenir no estaba garantizado, predominaba la transitoriedad, la incertidumbre en el futuro. Aunque la libertad nunca fuera completa porque no llegó a abandonarnos una cierta sensación de miedo de que los males de la explosión de libertad que vivíamos nos llevaran a una involución y vuelta atrás. 

"If I trust in you, oh please
Don't run and hide
If I love you too, oh please
Don't hurt my pride like her
'cause I couldn't stand the pain
and I would be sad
if I knew love was in vain"
The Beatles 




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.